En el día de hoy visitamos una impresionante roca separada de la costa hace ya muchos años, aunque según una leyenda fue San Patrick quien lo hizo; conocimos unas formaciones rocosas que se creían estaban encantadas por hadas; nos sentamos en una silla de piedra que, según dicen, concede deseos y acabamos el día en la única ciudad de la isla que mantiene su muralla intacta ¿Nos acompañas?
Sábado, 9-Oct-2021
El objetivo de este día era ir de Galway a Derry-Londonderry, que está a unos 300 kilómetros y pertenece a Irlanda del Norte. Además, queríamos llegar con luz para poder visitarla.
Para ello, teníamos dos opciones:
– Ir por el interior visitando el complejo monástico de Clocmacnoise y el bello pueblo de Athlone.
– Viajar por la costa pasando por Downpatrick Head/Slieve League y Sligo.
Como el día amaneció precioso y el mal tiempo de los días anteriores no nos había dejado disfrutar de los bellos paisajes irlandeses, decidimos tomar el camino de la costa.
Ya hemos hablado en posts anteriores del Wild Atlantic Way, que recorre la costa oeste irlandesa durante unos 2500 kilómetros, desde Kinsale, en el condado de Cork, hasta la península de Inishowen, en el condado de Donegal.
Nosotros la habíamos ido recorriendo, más o menos, en los días anteriores. Y, en el día de hoy, íbamos a hacer nuestra última etapa por ella.
Sin embargo, como nuestra intención era llegar a Derry-Londonderry de día, decidimos no recorrerla entera e ir directamente a Downpatrick Head.
Con pena, dejamos fuera sitios tan maravillosos como los acantilados de Slieve League, Horn Head, Fanad Head o Malin Head. Aunque, viendo lo que nos gustó viajar por la costa irlandesa, no descartamos recorrer esta parte en algún viaje futuro.
Y decidimos ir a Downpatrick Head en vez de a los acantilados de Slieve League, porque ya habíamos visto otros acantilados durante el viaje y nos apetecía ver ese farallón rocoso separado de la costa hace ya muchos años.
Por si te interesa, te dejamos aquí más información sobre el Wild Atlantic Way.
Así, tras nuestra visita a la ciudad de Galway, pusimos rumbo a Downpatrick Head.
De camino, íbamos admirando el paisaje y las localidades por las que pasábamos.
Nos llamaron la atención Kiltimagh y Foxford, aunque el que más nos gustó fue el pueblo costero de Killala, que nos sorprendió con su pequeño puerto y una torre circular del s. XII, como las que ya habíamos visto en Glendalough, Rock of Cashel o Kilkenny.
Y es que Killala fue en su día un importante centro eclesiástico, cuya diócesis data de la época de San Patricio, quien nombró a San Muredach, uno de sus discípulos, para estar a cargo de esta iglesia.
Por supuesto, por el camino vimos ruinas, por ejemplo, las del castillo de Ballylahan, construido en el s. XIII.
Al irnos acercando a Downpatrick Head, empezamos a ver el mar y nos llenó de alegría el poder disfrutar de las vistas. Hacía un día precioso, el cielo estaba azul y no había niebla.
Llegamos y dejamos el coche en el aparcamiento gratuito que está a la entrada del camino que lleva hasta el farallón.
Ya desde el parking las vistas merecían la pena.
El camino hasta la roca es corto y sencillo y, durante el paseo, vimos a las omnipresentes ovejas pastando a sus anchas, las cuales le daban el toque perfecto al paisaje, con el verde del prado contrastando con el azul del mar y con las islas Stags of Broadhaven destacando en el fondo.
En Downpatrick Head, como en otros muchos lugares de Irlanda, se mezclan la geología con la leyenda para hacer de este un lugar mágico. Además, está ligado tanto a la II Guerra Mundial como al nacimiento del cristianismo en Irlanda. Veamos por qué.
Los acantilados de la pequeña península de Downpatrick Head se formaron hace unos 350 millones de años, cuando las temperaturas del mar eran mucho más elevadas.
Desde aquí, hay unas vistas impresionantes del océano Atlántico, pero lo que hace de este lugar un sitio que merece ser visitado es Dun Briste, que significa el fuerte roto y es un farallón de unos 45 metros de altura completamente separado de la costa.
La separación tuvo lugar en 1393, cuando, debido a un fuerte temporal, el arco que conducía a la roca colapsó. Todo fue tan rápido, que las personas que vivían allí tuvieron que ser rescatadas. En su superficie, todavía quedan las ruinas de algunos edificios, que fueron estudiados en 1980 por un grupo de científicos que aterrizaron allí en helicóptero.
Sin embargo, nosotros preferimos las leyendas que asocian el origen del farallón a San Patricio.
Una de ellas dice que este era el hogar de un dios pagano llamado Crom Dubh, que no quería convertirse al cristianismo. San Patricio, enfadado, golpeó el suelo con su báculo y el farallón se separó de la costa dejando aislado para siempre al incrédulo.
Otra leyenda habla de un ogro llamado Geodruisg, que atemorizaba a San Patricio, el cual oró a Dios para que se deshiciese de él. Al día siguiente, el farallón se había separado con el ogro encima.
Sea como fuere, San Patricio fundó aquí una iglesia, cuyas ruinas puedes ver hoy junto a una estatua del Santo. El último domingo de julio, Garland Sunday, se celebra aquí una misa y muchos creyentes vienen en peregrinación en honor a San Patricio.
Además, Downpatrick Head fue utilizado como puesto de observación durante la II Guerra Mundial. Aún hoy, cerca del acantilado, puedes ver un pequeño edificio de piedra que fue utilizado como base. Asimismo, aquí se colocaron piedras creando la palabra EIRE 64 que servían de orientación para los pilotos.
Antes de llegar al farallón, vimos las ruinas de la iglesia y la estatua de San Patricio. La verdad es que pocas estatuas habrá con unas vistas tan espectaculares.
Y por fin, llegamos al final del acantilado y vimos la impresionante roca.
En ese momento, quieres acercarte lo máximo al borde para poder verla en todo su esplendor, pero da mucho respeto por la altura a la que está. Además, en lugares como este hay que tener mucha precaución, especialmente en días de mucho viento.
El suelo de esta zona estaba formado por montículos de tierra cubiertos de hierba que tenían cierta elasticidad y era muy divertido pasear por ellos, porque daba la sensación de que ibas saltando. Ni que decir tiene que estuvimos un rato allí y que nuestra hija se lo pasó de miedo jugando.
Paseando alrededor del farallón la vista de este cambiaba considerablemente.
Asimismo, en la roca anidan una gran variedad de aves. Es por ello que este es un buen lugar para observar gaviotas comunes, gaviotas tridáctilas, cormoranes y frailecillos.
Cerca del borde del acantilado está la casa que se usó como puesto de vigilancia durante la II Guerra Mundial, así como las letras EYRE 64, pero, por supuesto, la mejor forma de verlas es desde el aire.
Existe un camino circular de 1.4 km, el Downpatrick Head Loop Walk, que tiene muy buena pinta, pero no teníamos tiempo para hacerlo.
Es en momentos como este cuando nos planteamos si no deberíamos incluir menos visitas en nuestras rutas. Sin embargo, somos como somos y siempre intentamos ver el máximo de lo que podemos, aunque esto implique no poder dedicarle todo el tiempo que quisiéramos a cada parada.
Por otra parte, en Downpatrick Head existe otra formación geológica interesante, Poll na Seantainne o agujero del fuego antiguo, que es un orificio creado por el continuo choque de las olas contra las rocas. De este modo, el agua se abre paso hacia el interior a través de un canal subterráneo.
En relación con él, hay una trágica historia. Y es que, durante la rebelión de 1798, 25 hombres, entre los que se encontraban irlandeses y soldados franceses, se refugiaron en este lugar, pero la marea subió antes de que pudieran salir y perdieron la vida.
Así, antes de irnos, pasamos por este agujero, que tiene una plataforma de cristal para poder verlo bien.
En los días en que la mar está embravecida, puedes ver saliendo del agujero espuma y vapor, dando la sensación de humo saliendo de un fuego y dando sentido a su nombre, agujero del fuego antiguo.
Y partimos hacia nuestro siguiente destino, los Fairy Bridges, que están en el condado de Donegal.
Cerca de Downpatrick Head, a unos 15 km, puedes visitar un yacimiento arqueológico realmente interesante, los Campos Céide o Ceide fields.
Estos sistemas de campos están considerados los más antiguos conocidos en el mundo, pues se cree que se remontan a aproximadamente 5500 años. Se sabe que la tierra fue cultivada durante aproximadamente 500 años, del 3700 a. C. hasta el 3200 a.C, y, al final, sus residentes tuvieron que irse, debido, probablemente, a la formación de pantanos.
Así, contienen restos de casas y fogones de piedra, sepulcros megalíticos y grandes muros de piedra que delimitaban los pastos del ganado. Todo ello conforma el monumento de la Edad de Piedra más extenso del mundo.
Por el camino pasamos por la ciudad de Sligo, que nos pareció una buena opción para dormir y conocer los alrededores.
Queríamos visitar la abadía de Sligo, pero estaba cerrada debido a las restricciones por el COVID. Este convento dominico fue construido en el s. XIII por el fundador de la ciudad y es su única estructura medieval sobreviviente.
Hay una historia que asocia a Bram Stoker con esta abadía. Y es que la madre del escritor vivía en Sligo durante la epidemia de cólera de 1832. Esta enfermedad hace que el ritmo cardiaco y la respiración se ralenticen, lo que provocó que algún enfermo fuera enterrado vivo. La madre estuvo en uno de esos entierros en la abadía de Sligo y, más tarde, le contó la historia a su hijo. Hay gente que cree que fue de aquí de donde el escritor sacó la inspiración para escribir el Conde Drácula.
En las afueras de Sligo puedes visitar el cementerio Megalítico de Carrowmore, donde hay un gran número de monumentos construidos durante el neolítico. De hecho, está considerado uno de los monumentos megalíticos más importantes de Europa. Aquí puedes ver dólmenes, tumbas de corredor y círculos de piedra. El monumento más antiguo tendrá cerca de 6000 años.
En los alrededores de Sligo pudimos admirar el paisaje formado por montañas con forma de mesa, esto es, más anchas que altas. Sin embargo, en ese momento se había levantado algo de niebla y la visibilidad no era del todo buena.
Pasamos por Drumcliffe y vimos la iglesia de esta localidad, donde está la tumba del escritor William Butler Yeats, primer irlandés en ganar el premio Nobel en 1923 y cuya vida estuvo muy ligada a Sligo. La iglesia está al lado de la carretera y está bien señalizada.
Algo que nos llamó la atención en esta parte del viaje fueron los muchos murales que vimos al pasar por los pueblos, además de las típicas casas de colores.
Tras 2 horas en coche llegamos a los Fairy bridges, que están en la playa de Tullan, en la localidad de Bundoran.
El aparcamiento era gratuito y estaba a unos 5 minutos andando de los Fayry Bridges.
Como nuestra hija se había dormido durante el viaje, aprovechamos a comer unos sándwiches tranquilamente mirando al océano y disfrutando del buen día que había salido.
La playa de Tullan, de 2 km de largo, es bastante conocida para hacer surf. De hecho, vimos bastante gente practicando este deporte. Además, es muy bonita, con arena blanca y buenas vistas. La verdad es que se estaba muy bien.
Cuando se despertó, nos dirigimos a los Fairy Bridges.
Por el camino vimos el memorial a los ocho miembros de la tripulación del avión Handley Page Halifax, un bombardero de la II Guerra Mundial, que perdieron la vida el 23 de enero de 1944 al estrellarse en esta zona. Si hay marea baja, se pueden ver los restos del avión en el fondo del acantilado.
Y llegamos a los Fairy bridges o puentes de las hadas, que se llaman así porque la gente del lugar creía que estas rocas estaban embrujadas y que el ruido de las olas al chocar contra ellas era provocado por estos mágicos seres.
En realidad, los Fairy bridges son unas formaciones rocosas con forma de arco, que permiten que el agua del mar, cuando la marea está en las condiciones adecuadas, rompa y empuje el agua hacia arriba. Nosotros no tuvimos la suerte de verlo, pues el mar estaba en calma, pero aun así disfrutamos mucho esta visita.
Las vistas desde allí son muy bonitas. Se dice que puedes alcanzar a ver Mullaghmore, una localidad próxima a Bundoran, el condado de Sligo y la bahía de Donegal hasta los acantilados Slieve League.
Justo al lado de los Fairy Bridges hay otra formación rocosa, la silla de los deseos, que, según dicen, tiene poderes mágicos y puede hacer que uno de tus deseos se haga realidad.
Para ello, tienes que hacer un pequeño ritual. Así, tienes que acercarte con cuidado a la silla, sentarte lentamente, apoyarte en sus brazos y admirar el paisaje durante, al menos, 15 segundos, para, a continuación, pedir el deseo. Cuidado con no quedarte embobado mirado la magnitud del océano Atlántico y olvidarte de pedir el deseo.
Por último, antes de levantarte, deberás golpear la silla dos veces con la mano, para que sepa que tu deseo es sincero.
Por supuesto, nosotros nos sentamos en la silla y cumplimos con la tradición. Yo no sé si cumple deseos, pero las vistas si sé que son espectaculares.
Si te vas a quedar más tiempo, que sepas que estas formaciones rocosas forman parte de la ruta Bundoran Selfie Spots.
Nosotros, por nuestra parte, nos pusimos en marcha para llegar a Derry-Londonderry de día.
Para cumplir nuestro objetivo, quitamos de la ruta varias paradas, como el castillo de Donegal, construido en el s. XV, o el impresionante fuerte circular de Grianán de Aileach, que está situado en la cima de una colina y sus orígenes se remontan al año 1700 a. C.
A unos 20 minutos de la ciudad de Derry-Londonderry está el mirador Mannorcunigham, que ofrece muy buenas vistas del fiordo Swilly.
Además, por esta zona hay una obra de arte que, a nosotros, nos pareció muy interesante: la Cruz Celta de Emmery, la cual sólo puedes ver desde el aire, pues está formada por árboles.
Así, su creador, el artista Forester Liam Emmery, quien murió antes de ver completada su obra, plantó en el bosque de Killea dos tipos de árboles. Estos, una vez crecidos, formarían el dibujo de una cruz que mide 100 m de largo y 70 m de ancho, la cual se vio por primera vez en el otoño de 2016 y se cree que se podrá ver durante 60 o 70 años.
Y, de repente, en el GPS los kilómetros pasaron a ser millas y así fue como nos enteramos que habíamos cruzado la frontera.
En unos 10 minutos llegamos a Derry-Londonderry y, tras aparcar el coche, nos dedicamos a explorar esta ciudad, cuya historia está tristemente ligada al conflicto Norirlandés. Además, es la única ciudad de la isla que mantiene su muralla totalmente intacta.
Y aunque nuestro día no acabó todavía, sí que terminamos aquí este post, pues esta ciudad se merecía un post aparte: qué ver en Derry-Londonderry.
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