En nuestro segundo día en esta isla, visitamos la ciudad medieval de Kilkenny, buscamos animales mitológicos en la abadía de Jerpoint, luchamos contra el viento en La Roca de Cashel, visitamos las ruinas de la que se cree fue la abadía más grande en la Irlanda medieval y acabamos el día en el último puerto donde atracó el Titanic ¿Nos acompañas?
Domingo 3-Octubre-2021
Índice
Visita a Kilkeny
Despertamos en Kilkenny y, tras despedirnos de nuestro anfitrión, nos fuimos a conocerla de día.
Esta fue la primera ciudad que visitamos en Irlanda y nos gustó mucho el contraste de sus edificios medievales de piedra oscuros junto a edificios de llamativos colores.
Durante el viaje, comprobaríamos que Irlanda es un país muy colorido en cuanto a pueblos y ciudades se refiere.
Puedes conocer esta ciudad en una visita guiada por Kilkenny o, de manera más independiente, en un paseo autoguiado a través de una aplicación web.
Nosotros te contamos todo lo que sabemos sobre esta pequeña ciudad en qué ver en Kilkenny, donde destacan su castillo y la catedral de San Canice.
Nuestra visita a Kilkenny duró unas 2 horas, aunque nos hubiera gustado quedarnos una o 2 horas más para poder hacer alguna visita, como la Rothe house, el castillo de Kilkenny o la fábrica de cerveza Smithwick.
Visita a la abadía de Jerpoint
De Kilkenny nos dirigimos a la cercana Abadía de Jerpoint y en media hora ya estábamos allí.
Tanto el parking como la visita fueron gratuitos. Una mujer nos recibió en la entrada y nos dio algo de información para visitar el lugar por libre.
En época normal es de pago, pero, debido a la pandemia, las entradas a muchas de las atracciones de Irlanda nos salieron gratis.
Esta abadía fue construida en el s. XII y se disolvió en 1540. Es considerada uno de los mejores ejemplos de abadía cisterciense medieval en Irlanda.
En su día fue un gran complejo rodeado por dos murallas. En la parte externa se encontraban los talleres, molinos y el estanque y, entre el monasterio y la muralla interna, estaban los edificios donde se horneaba y se producía cerveza, enfermerías, jardines, huertos, la casa de huéspedes y el cementerio de los monjes.
La visita a la abadía de Jerpoint es muy recomendable, nosotros la disfrutamos mucho.
Mientras paseas por sus ruinas, entiendes que sea famosa por sus detalladas esculturas, que verás en todo el monasterio, especialmente en el claustro.
Los restos de la iglesia datan de finales del s. XII y en ella se conservan varias tumbas perfectamente esculpidas con figuras de santos y apóstoles.
También puedes subir al piso superior, donde antiguamente se encontraban los dormitorios de los monjes, y disfrutar de unas vistas curiosas de la parte baja.
Lo que más nos llamó la atención fue el claustro y su arcada del s. XV. Y es que las columnas están decoradas con peculiares esculturas ricas en detalles, pudiendo encontrar animales mitológicos, como una mantícora o un dragón de 2 cabezas, santos, clérigos y caballeros.
Lo pasamos muy bien paseando por el claustro y buscando las diferentes representaciones. Intentábamos enseñárselas a la pequeña, pero ella sólo quería corretear entre las piedras.
Antes de salir, en la antigua sacristía y en la sala capitular, puedes ver fragmentos originales de la antigua abadía y encontrarás más información sobre el monasterio.
En estas salas aprendimos que las reglas de la orden cisterciense prohibían decorar con esculturas, pues distraían a los monjes de sus deberes. Es por ello, que este claustro es un ejemplo único en la arquitectura cister.
Parece ser que los monjes de Jerpoint desobedecieron las reglas de su orden. Se cree que igual en el s. XV, que es cuando se construyó el claustro, estas se habían relajado un poco. De hecho, los relieves encontrados en la iglesia de fechas más tempranas son más moderados y abstractos.
Visita a la Roca de Cashel
Terminada la visita, nos dirigimos a una de las atracciones más famosas de Irlanda: Rock of Cashel o Roca de Cashel.
La carretera era estrecha y sinuosa, pero el camino se hacía ameno, pues estaba lleno de casas pintorescas de piedra decoradas para el otoño y con puertas coloridas. Además, atravesamos pueblos con los cementerios de las iglesias llenos de tumbas antiguas y cruces celtas.
Entre ellos destacamos Fethard, que podría ser una buena parada para comer o estirar las piernas.
Desde el coche vimos los restos de su antigua muralla y en la iglesia de la Santísima Trinidad nos llamaron la atención las ruinas de alguna estructura antigua. Además, había un parque de juegos bastante grande a la salida del pueblo, como información para la gente que viaja con niños.
Y ya, al llegar a Cashel, nos encontramos de frente con las vistas de La Roca. No dudamos en aparcar y aprovechar para sacar alguna foto.
Debido a las medidas sanitarias impuestas por la pandemia, para entrar en la Roca de Cashel tuvimos que hacer una reserva online incluyendo la hora de admisión, lo que nos quitó un poco la libertad de hacer alguna parada por el camino o alargar alguna de las visitas anteriores.
Además, las estancias interiores estaban cerradas, por lo que no pudimos entrar en la capilla de Cormac. Aunque, por otro lado, la visita fue gratuita y sólo tuvimos que pagar el parking, que está a los pies del castillo. Por cierto, junto al aparcamiento hay aseos gratuitos, que siempre vienen bien.
De todas formas, no es mala idea reservar la entrada con antelación, pues es un sitio popular y así te evitas hacer colas, sobre todo en temporada alta.
Información importante: actualmente sólo puedes entrar a la capilla de Cormac con una visita guiada, que tienes que reservar en el sitio según las plazas disponibles que haya.
Puedes encontrar la información actual de la visita en la página web de la Roca de Cashel.
Si no tienes coche, otra manera de llegar hasta aquí es uniéndote a esta excursión de un día desde Dublín, que incluye la visita a los castillos de Blarney y de Cahir.
Asimismo, también se organiza este tour de un día desde Dublín, que incluye un paseo por Cork y la entrada al castillo de Cahir.
Información sobre la Roca de Cashel
Esta fortaleza, que en irlandés se llama Carraig Phádraig, también se conoce como la roca de san Patricio.
Y es que, según una leyenda, la Roca de Cashel se originó en Devil´s Bit, una montaña situada a unos 30 kilómetros. Allí, San patricio expulsó al diablo de una cueva, lo que provocó que la Roca aterrizara en Cashel. Además, se dice que fue aquí donde el santo convirtió al rey de Munster a la fe cristiana en el s. V.
La Roca de Cashel era la sede de los reyes soberanos de Munster desde el s. IV-V, cuyo reino se extendía por el sur de Irlanda. En 1101, el rey entregó la fortaleza a la iglesia y esta floreció entonces como un centro religioso hasta 1647, cuando una derrota durante las Guerras Confederadas de Irlanda terminó con la muerte de 3000 ocupantes. No obstante, siguió siendo utilizada por la Iglesia de Irlanda hasta su abandono a mediados del s. XVIII.
Gran parte del complejo medieval sigue todavía en pie, datando la mayor parte de los edificios de los siglos XII y XIII.
Qué ver en la Roca de Cashel
– La Torre redonda de 28 metros de altura que está totalmente conservada y es el edificio más antiguo del complejo. Llama la atención que la puerta de entrada no se encuentra a ras de suelo, que es una característica de este tipo de torres.
– La Capilla de Cormac, que fue consagrada en 1134 y lleva el nombre del Rey de Munster que mandó su construcción. Su interior es uno de los ejemplos más antiguos y mejor conservados de la arquitectura románica irlandesa. Todavía conserva restos de pinturas murales, siendo estos los más antiguos del país.
– La Catedral de estilo gótico, que fue construida en el s. XIII. En el transepto sur se conservan restos de pinturas murales del s. XV.
– Réplica de la Cruz de San Patricio del s. XII.
– La sala de la coral de vicarios, un edificio de 2 pisos que alojaba la coral de vicarios, un grupo de hombres que cantaban durante los servicios religiosos. Ahora se exponen aquí esculturas originales de la fortaleza y la cruz de San Patricio original.
La subida del parking a las ruinas es muy corta y enseguida estás frente a la catedral y la cruz de San Patricio.
Nosotros paseamos tranquilamente por las ruinas de la catedral fijándonos en sus detalles. Tras un rato, salimos a la extensión donde están las lápidas y cruces y, aunque el viento era muy fuerte, estuvimos un tiempo disfrutando de las vistas de los alrededores, donde están las ruinas de la abadía de Hore.
Durante la visita, que merece mucho la pena, comprobamos que es uno de los sitios más conocidos de Irlanda, pues encontramos muchos turistas.
Visita a la abadía de Hore
Como íbamos bien de tiempo, decidimos acercarnos a la abadía de Hore, una abadía cisterciense a los pies de la fortaleza que habíamos visto desde el mirador de la Roca de Cashel.
Según Google maps, llegábamos en 15 minutos a pie y habíamos leído que desde aquí tenías las mejores vistas de la fortaleza.
En el paseo, pasamos frente al centro cultural Brú Ború, sobre la cultura y el patrimonio irlandés, y junto a la cafetería Granny´s kitchen, que tenía muy buena pinta, pero estaba todo cerrado.
Al llegar cerca de la abadía, comprendimos que los 15 minutos estimados por Google iban a ser bastantes más, igual media hora, así que como nuestro siguiente punto era también una abadía en ruinas, decidimos darnos la vuelta y coger el coche.
De todas formas, el paseo no estuvo mal, pues vimos la roca de Cashel desde distintas perspectivas
Ya en el coche hacia nuestro siguiente destino, atravesamos Cashel, que nos pareció un pueblo bonito y una buena parada para descansar, comer o hacer noche.
Así, puedes visitar las ruinas de la abadía de Santo Domingo, restos de la muralla y la catedral de San Juan Bautista, que sustituyó a La Roca de Cashel cuando fue abandonada en el s. XVIII.
Nosotros paramos brevemente para comprar comida en un supermercado, donde nos sorprendió su gran variedad en quesos y mantequilla.
Y enseguida seguimos hacia la abadía de Athassel, que estaba a unos 10 kilómetros. Sin embargo, encontrar su entrada nos costó más de lo que imaginábamos.
Visita a la abadía de Athassel
Pusimos rumbo a la abadía siguiendo las indicaciones del señor Google maps.
Cuando faltaban todavía varios minutos para llegar, vimos las ruinas de la abadía, pero no paramos, porque pensamos que el navegador nos estaba dirigiendo a un aparcamiento. Sin embargo, el destino final resultaron ser unas casas.
Asumimos que la abadía eran las ruinas que habíamos pasado y dimos la vuelta, pero no había parking ni ninguna señal. Sólo vimos una puerta en un muro que daba al prado donde estaba la abadía. Enfrente había una especie de arcén ancho con sitio para 2 coches.
Paramos y mirando el mapa vimos que a unos 8 minutos en coche había un punto llamado Athassel Priory. Pensando que esa era la entrada, nos dirigimos hasta allí, pero el destino final resultó ser un camino de zarzas.
Aparcamos y fuimos a explorar la zona. Sin embargo, aparte de ponernos finos a moras, no encontramos la manera de llegar a la abadía. Y es que, aunque las vistas eran muy bucólicas, con vacas pastando y las ruinas al fondo, el río no se podía cruzar de ninguna manera.
Así que volvimos sobre nuestros pasos y decidimos que no había ni parking, ni entrada oficial, ni señal o información, ni vigilancia alguna, y aparcamos al lado del muro.
Durante nuestro viaje por Irlanda, encontramos muchas ruinas que tampoco estaban señalizadas, ni tenían ningún tipo de entrada oficial, pero ese día pagamos la novatada.
Como te puedes imaginar, el acceso es gratuito, pero el aparcamiento es muy limitado, aunque tampoco creemos que tenga una gran afluencia de turistas.
Para llegar a las ruinas tienes que caminar por un prado, que debe de estar transitado por animales por lo abonado que estaba y, tras cruzar el puente medieval de piedra, llegas a la abadía.
Te recomendamos llevar calzado resistente al agua y fijarte por dónde pisas.
Esta abadía de monjes agustinos, que se encuentra cerca del rio Suir, se estableció en 1192 y se cree que fue el priorato medieval más grande de toda Irlanda hasta el incendio de 1447. Y es que el centro urbano que se desarrolló alrededor de la abadía llegó a alojar a unas 2.000 personas.
Nosotros visitamos las ruinas totalmente solos, disfrutando mucho del paseo en total libertad por el complejo.
La entrada a la iglesia estaba cerrada por una gran valla y cuando íbamos a investigar si podíamos entrar por algún otro sitio, empezó a llover con fuerza, por lo que volvimos al coche.
Lo más llamativo para nosotros fue la entrada a las ruinas cruzando el puente.
Nos dio pena haber tardado tanto en “encontrar” la entrada y no haber tenido un poco más de tiempo para andar por las ruinas, pero estas cosas pasan en los viajes.
Al irnos, vimos entrar a una pareja, por lo que el parking estaba completo.
Visita a Cahir
Nos dirigimos a Cahir, que estaba a unos 15 kilómetros. Al llegar, dejamos el coche en un parking de pago junto al castillo, pero no tuvimos que pagar nada por la hora que era.
El edificio más emblemático de Cahir es su castillo, que en irlandés se llama Caisleán na Cathrach, y que fue construido sobre una isla en el rio Suir por la familia O´Brien en el s. XIII.
Ganó en importancia con la familia Butlers, una familia muy poderosa desde la invasión anglo-normanda, que renovó el castillo y lo amplió en los s. XV y XVI. Hoy en día es uno de los castillos más grandes y mejor conservados de Irlanda.
El castillo ha sido usado como escenario en varias películas y series tales como Excalibur y Los Tudor.
Cuando llegamos, había vuelto a salir el sol, así que disfrutamos de las vistas de la fortaleza y del rio lleno de patos.
Como el castillo de Cahir estaba todavía abierto y, debido a la pandemia la visita a las zonas exteriores era gratis, decidimos entrar.
Generalmente es de pago y puedes encontrar más información sobre la visita en la página web del palacio de Cahir.
Además de su zona exterior, pudimos entrar también en la sala de los banquetes, donde había información sobre la vida de las mujeres en la época medieval. Aquí aprendimos que el código matrimonial para las dos sociedades que vivían entonces en Irlanda, los anglo-irlandeses y los gaélico-irlandeses, eran diferentes y que, incluso, había leyes que prohibían el matrimonio entre ellos.
El interior del castillo no nos llamó mucho la atención. Sin saber cómo son el resto de las habitaciones, nosotros no consideramos que sea una visita imprescindible
El castillo está rodeado por un parque bastante extenso, por donde paseamos un rato. Sin embargo, el tiempo estaba un poco inestable, por lo que volvimos al coche antes de lo que nos hubiera gustado.
Además, nos quedamos con ganas de acercarnos a la Swiss Cottage, una casa de campo del s. XIX con un exterior muy original.
Está a las afueras de Cahir y puedes llegar paseando por el parque en unos 45 minutos o en coche, pues hay un aparcamiento cerca. Abre de abril a octubre.
En Cahir también puedes visitar las ruinas de una abadía del s. XII fundada por monjes agustinos.
Si quieres conocer Cahir, puedes unirte a esta excursión de un día desde Dublín, que incluye la visita al castillo de Blarney y la Roca de Cashel. También puedes llegar con este tour de un día desde Dublín, que incluye un paseo por Cork y la entrada a la Roca de Cashel.
Llegada a Cobh
Tras una hora conduciendo, llegamos a nuestro alojamiento en Cobh, el hotel Commodore.
Nuestra idea era salir a dar una vuelta para aprovechar los últimos momentos de luz, pero al intentar pagar la autopista usando la web e-flow, nos encontramos con muchísimos problemas y se nos hizo de noche. Es más, ya no había nada abierto para cenar y acabamos en el Supermacs, una cadena irlandesa de comida rápida.
Te contamos más sobre el pago de autopistas en consejos para viajar a Irlanda.
Nos acostamos recordando que, según dicen, el hotel está encantado.
Y es que el Commodore fue usado como hospital y depósito de cadáveres improvisado durante la I Guerra Mundial y parece ser que las victimas no lo han abandonado todavía. Además, dicen que en los pisos superiores se oye el llanto de un bebé que fue encontrado en una maleta
¿Oiríamos algún ruido extraño por la noche?
Sí tienes curiosidad, entra en nuestro siguiente post, donde te contamos como fue nuestra visita a Cobh y mucho más.
Otros puntos de interés en la ruta que no visitamos
En este día teníamos la posibilidad de visitar muchas otras abadías.
A unos 18 kilómetros de Kilkenny están las ruinas de una de las abadías más grandes de Irlanda. Fundada en 1193, esta abadía de monjes agustinos ha conservado la fortificación medieval que la defendía, lo que le da un aspecto militar y por ello se le conoce como los 7 castillos de Kells.
En la época que fuimos estaba cerrada, sólo abren de junio a septiembre.
A 10 kilómetros de Kilkenny, en dirección contraria a esta abadía, está la cueva Dunmore.
A 15 kilómetros de Cashel puedes visitar esta abadía cisterciense del s. XII, que debe su nombre a que, según dicen, posee 2 astillas de la cruz de Cristo.
Este era el mayor lugar de peregrinaje en Irlanda hasta que fue abandonada a causa de su disolución del s. XVI. Ahora ha sido restaurada y la iglesia vuelve a ser un lugar conocido de oración.
Cerca de ella está el castillo de Farney, la única torre redonda de Irlanda usada como vivienda.
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Interesante post y preciosas fotos. Enhorabuena.
Muchas gracias, nos alegra que te haya gustado! Irlanda es un país precioso
¡Fantásticos post! Enhorabuena.
Agradezco muchísimo el trabajo y el tiempo de recopilar toda la información y publicar las entradas, con unas fotos que, además, son preciosas. Estoy buscando información para nuestro próximo viaje a Irlanda por libre y tus posts me están facilitando mucho la tarea. ¡Muchas gracias!
Muchas gracias por el comentario, se agradece mucho y nos alegramos que te estén sirviendo de ayuda.