Las ruinas de Weibertreu vigilan desde lo alto de una colina la autopista de acceso a Heilbronn, invitando a los conductores a que lo visiten y aprendan la curiosa historia de su nombre, que viene a ser algo así como lealtad femenina. La historia sobre este castillo está protagonizada por dos familias muy conocidas, los Güelfos y los Gibelinos ¿Nos acompañas?
Índice
Cómo llegar a las ruinas de Weibertreu
Weinsberg, localidad donde se encuentran las ruinas de Weibertreu, está a unos 50 km de Stuttgart y a unos 7 km de Heilbronn.
Por un lado, puedes llegar en coche y aparcarlo en el parking que hay a los pies de la ladera del castillo. El paseo desde el aparcamiento es corto, pero empinado y, durante este, aprenderás sobre los diferentes tipos de uvas típicas de la región, tales como Lemberger, Riesling o Dornfelder, gracias a los paneles informativos que te encontrarás.
Si viajas en coche por el país, te recomendamos leer estos consejos para conducir por las carreteras alemanas.
Asimismo, puedes llegar en tren. Para consultar la ruta que mejor te conviene, entra en la página web de la Deutsche Bahn.
También puedes llegar a las ruinas de Weibertreu desde Heilbronn en bicicleta o caminando. El paisaje que verás estará caracterizado por colinas sembradas con vides. Y es que esta zona es famosa por su vino. Weinsberg, sin ir más lejos, significa la montaña del vino.
Historia de las ruinas de Weibertreu
En el castillo de Weibertreu tuvieron lugar algunos acontecimientos curiosos que definen la Edad Media europea. Por suerte, fueron documentados por un cronista de la época en la famosa Chronica regia Coloniensis, porque si no, hubieran sido los juglares los encargados de transmitir los hechos y nadie los hubiera tomado por ciertos.
Esta historia comienza en el año 1140, en plena Edad Media, entre la primera y la segunda Cruzada.
Precisamente, uno de nuestros protagonistas es Conrado III, rey del Sacro Imperio Romano-Germánico, que jugó un papel importante en la segunda Cruzada. Sin embargo, antes de partir a Tierra Santa tenía que resolver algunos asuntos en Alemania, pues Conrado III y su familia, los Hohenstaufen, se encontraban inmersos en una guerra por el poder contra otra familia de la nobleza alemana, los Welfen. Esta estaba liderada por Welf VI, gran duque de la Toscana, cuyo nombre sonará más familiar como Güelfo VI.
Estos dos bandos pasarían a la historia como los Gibelinos y los Güelfos.
Así, la situación en el castillo de Weibertreu era la siguiente: los Welfen tenían el castillo y el rey Conrado III y sus tropas lo querían conquistar.
Hoy en día, las laderas de la colina donde se alzan las ruinas de Weibertreu ofrecen una imagen idílica, con hileras e hileras de viñas rodeándola. Sin embargo, no es lo mismo un agradable paseo entre parras, que cargar ladera arriba con cota de malla y armadura para tomar un castillo.
Por eso, el ejército gibelino, al mando del rey Conrado III, había estado asediándolo durante semanas.
Era Diciembre de 1140 y Güelfo VI acudió en ayuda de su pueblo, enviando a sus tropas para romper el cerco y evitar que cayera el castillo. Los dos ejércitos se abalanzaron uno contra el otro, lanzando, por primera vez en la historia, unos gritos de guerra que pasarían a hacerse tristemente famosos.
– Welf, Welf, gritaban unos en honor a su señor Güelfo VI.
– Waiblingen, Waiblingen, gritaban sus enemigos en honor a la ciudad de su señor.
Y de Welf se originó el nombre de los Güelfos y de Waiblingen el de los Guibelinos.
Y estos gritos de guerra, que se oyeron por primera vez en Weinsberg, se escucharon durante siglos por los campos de batalla de Alemania y de Italia, pues no es posible entender la historia de la Toscana y sus ciudades estado, sin hablar de estas dos poderosas familias enfrentadas entre sí. El mismo Dante Alighieri, que era Güelfo, escribió sobre estas guerras en la Divina Comedia.
Sin embargo, no fue por este motivo por el que las ruinas de Weibertreu pasaron a la historia en aquel mes de diciembre. Así que continuemos con la historia.
Finalmente, los güelfos cayeron derrotados y el rey Conrado III, tras semanas asediando la fortaleza, consideró que los habitantes del castillo ya estaban lo suficientemente debilitados para lanzar el ataque definitivo.
En plena baja Edad Media, acompañado por caballeros y juglares, el rey quería exterminar a sus rivales, pero no quería una masacre sin honor. Por ello, mandó un emisario al castillo con el siguiente mensaje:
– Se permitía a las mujeres abandonar el castillo perdonándoseles la vida, pero tenían que abandonar sus riquezas, a excepción de lo que pudieran cargar sobre sus hombros. A los hombres, por el contrario, les aguardaba la muerte.
Expirado el plazo que había dado el rey, las puertas del castillo se abrieron y aparecieron las mujeres caminando ladera abajo. Sobre sus hombros cargaban sus pertenencias más valiosas: sus maridos.
Sorprendidos, los nobles del rey no sabían si masacrar a los hombres de todas formas o no.
Sin embargo, el rey tomó una decisión, él había dado su palabra y no la iba a romper: las mujeres podían irse en libertad con aquello que pudiesen cargar.
Fue de esta forma como las mujeres de Weinsberg salvaron a sus maridos de una muerte segura y pasaron a ser conocidas como las Treue Weiber von Weinsberg, las leales mujeres de Weinsberg, y el castillo pasó a llamarse posteriormente Weibertreu en su honor.
Visita a las ruinas de Weibertreu
Aparte de esta curiosa historia, la visita de las ruinas de Weibertreu es muy agradable. Eso sí, para entrar en ellas tendrás que pagar 3€.
Así, dependiendo de la época del año en que vayas, te encontrarás las parras rebosantes de uvas o cubiertas por hojas que han ido tomando los diferentes colores otoñales.
Además, en el camino encontrarás una columna Staufer, que se encuentran en aquellos lugares donde la familia Hohenstaufen, los gibelinos, jugaron un rol importante. En ellas puedes leer el nexo de unión entre el lugar y esta poderosa familia. Eso sí, en alemán.
En las ruinas del castillo, además de pasear por ellas, puedes aprende sobre su historia. Asimismo, disfrutarás de unas bonitas vistas de los alrededores, que las dos autopistas cercanas no llegan a estropear.
Por otro lado, en los días de buen tiempo hay un puestecito donde puedes tomar café con tarta, una costumbre muy alemana.
En resumen, una visita muy interesante que sirve de nexo de unión entre momentos históricos tan dispares como la edad media alemana con sus reyes y sus castillos, las cruzadas de Tierra Santa o las guerras entre gibelinos y güelfos del renacimiento italiano.
Más información sobre Weinsberg y sus alrededores
Si te entra el hambre tras la visita, en Weinsberg hay varias Besen, una tradición gastronómica muy curiosa de esta zona. Así, estos alojamientos sirven durante ciertos periodos del año comida de la zona y vino producido por ellos. Sin embargo, esta es otra historia de la que ya hablaremos.
De todas formas, para no equivocarte a la hora de pedir comida en Alemania, te recomendamos leer nuestro post sobre gastronomía alemana.
Aparte, a unos 8 kilómetros de Weinsberg está la pequeña ciudad de Neckarsulm, que guarda un museo muy interesante para los amantes de las motos, el museo alemán de las dos ruedas.
Además, Weinsberg se encuentra cerca de Stuttgart, una ciudad que, a pesar de no tener mucho encanto, guarda lugares interesantes e importantes museos dentro del mundo del automóvil, como los de Mercedes y Porsche.
Para no perderte nada en tu visita a la capital de Baden-Württemberg, te proponemos leer qué ver en Stuttgart y para conocer sus bonitos alrededores te dejamos qué ver en los alrededores de Stuttgart.
Por otro lado, Stuttgart es también un buen lugar donde probar el vino de la zona, como, por ejemplo, en esta cata en el museo del vino de la ciudad.
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¡Qué historia tan curiosa! Muy interesante :).
Me alegro que te guste