Dublín en tres días: nuestra ruta por la ciudad de las puertas de colores

En nuestra ruta de tres días por la ciudad, descubrimos el Dublín medieval en las estrechas calles adoquinadas de Temple Bar; nos enamoramos de las casas de la época georgiana con sus coloridas puertas; nos relajamos en sus muchos parques céntricos; visitamos sus museos y, por supuesto, bebimos cerveza en alguno de sus pubs, donde pudimos disfrutar de música en directo ¿Nos acompañas?

Collage de 8 fotos sobre que hacer en Dublín

12, 13 y 14 de octubre de 2021

Si has llegado hasta aquí, seguramente estarás planeando un viaje a la capital de Irlanda. Por eso, igual te interesan algunos de nuestros posts anteriores:

Cómo organizar un viaje por Irlanda.

Lo mejor de Dublín, una guía para no perderse nada, donde también te explicamos cómo llegar del aeropuerto al centro.

En este post te contamos cómo organizamos nuestros dos días y medio en esta ciudad, esperando que te sirva de ayuda para organizar tu futuro viaje a Dublín.

A nosotros, siempre que visitamos una nueva ciudad, nos gusta realizar un tour guiado el primer día, pues es perfecto para hacerse una idea del lugar que se va a descubrir. Sin embargo, al viajar con una niña pequeña, a veces es difícil seguir a un grupo. 

Sea como fuere, en esta ciudad se ofertan un gran número de tours, como este free tour por Dublín o este free tour de los misterios y leyendas de la ciudad

Y ya, sin más dilación, comencemos con nuestra ruta que, de manera resumida, fue así:

– El primer día vimos la gran mayoría de los lugares de interés. 

– Durante el segundo día completamos las visitas que nos faltaban y entramos en algunos museos. 

– Y el tercer día, a causa del cansancio y a una falta de organización, no pudimos visitar la fábrica Guinness, por lo que nos lo tomamos con calma y aprovechamos para conocer una de las zonas más modernas de Dublín, the Docklands.

Por cierto, siempre que viajes, hazlo con seguro:

Día 1

Nuestro hotel, el Leonardo Hotel Parnell street, se encontraba al inicio de la calle O´Connell y fue aquí donde comenzó nuestra visita. 

En esta gran avenida llena de cafeterías y tiendas, enseguida nos llamó la atención el Spire, una aguja de acero inoxidable de 120 metros de altura. 

Al lado está la Oficina General de Correos, en la que queríamos entrar, pero había muchas personas haciendo cola y decidimos dejarlo para otro momento. 

En la época en la que viajamos, época de pandemia, muchas visitas estaban restringidas y no era tan fácil entrar en los edificios a preguntar por información, pues sólo permitían un número definido de personas en el interior y eso provocaba grandes colas.

Al pasar por Hot Donut, en O´Connell Street Upper, no pudimos resistirnos al olor y entramos. 

El interior era muy pequeño y tenía un cristal por el que podías ver cómo preparaban la masa de los donuts. En el mostrador había una gran variedad de rellenos y nos costó elegir los sabores, pues todos tenían muy buena pinta. 

Al final, optamos por uno de caramelo salado y otro de manzana y canela. No sé si habrá sabores mejores, pero estos nos encantaron. También podías comprar café y tomarlo fuera, pero nosotros ya teníamos seleccionada nuestra cafetería para ese día. 

Y es que nos habíamos quedado sin tarjeta de memoria para la cámara, por lo que tuvimos que ir a una tienda de fotografía, Bermingham Cameras, a comprar otra.

La tienda estaba muy cerca del puente de O´Connell, que fue el primero de los muchos puentes que cruzamos de Dublín. Las vistas de la ciudad desde todos ellos es algo que nos gustó mucho.

De hecho, hay un tour por los puentes de Dublín en el que conoces 18 de ellos y aprendes sobre su historia.

La cafetería junto a la tienda, Le Rendez Vous, Burgh Quay, 8, estaba llena de estudiantes. El servicio fue realmente amable y el café estaba bueno. Había bastante variedad de bollería y tenían también oferta para comer algo salado de manera rápida y barata.

De allí, tras comprar la tarjeta de memoria, nos fuimos al Trinity College, que estaba muy cerca. 

De camino, vimos una casa cuya arquitectura nos recordó a las casas de entramado de madera alemanas que tanto nos gustan.

Y llegando a la zona del Trinity College, donde había muchísimo tráfico, nos llamó la atención el edificio neoclásico del antiguo Parlamento, que ahora es el Banco de Irlanda, con sus capiteles corintios y un friso de gran tamaño. 

Además, muy cerca vimos the Steine, una réplica de una columna construida, probablemente, por los habitantes de la época vikinga durante el S. X o XI. Esta estuvo en esta zona hasta 1750, cuando fue retirada. La actual data del año 1986.

Entramos al Trinity College por la entrada que está enfrente de la calle Dawson y compramos los tickets de manera online antes de entrar. 

En la época en que lo visitamos, no se podía entrar libremente al campus y sólo se podía visitar la antigua biblioteca y la exposición del libro de Kells. Las entradas nos costaron 18€ por adulto e incluía una audio guía que podíamos descargar de manera gratuita. 

Debido a las restricciones sanitarias, tampoco pudimos pasear por el campus, pues estaba restringido a estudiantes. Por ello, nos dirigimos directamente a la exposición, que estaba muy bien organizada. 

En ella aprendes sobre la historia del libro y de otros manuscritos de la época, te explican cómo se hacían y al final ves el libro de Kells, bueno, un par de páginas originales de uno de los cuatro volúmenes en los que está encuadernado actualmente. 

Tras esta, pasamos a la biblioteca, que se encuentra en el Long Room, y donde puedes pasarte el tiempo que quieras admirando los más de 200.000 libros que cubren sus paredes o el arpa de Brian Boru, que se ha usado para el escudo de armas de Irlanda, para las monedas de Euro irlandesas y por la marca Guinness. 

Si eres fan de la Guerra de las Galaxias, igual te recuerda a la Biblioteca Jedi, pues se dice que sirvió de modelo para su creación. 

Nosotros no pudimos estar todo lo que quisimos, porque a mi hija le dio por gritar, así que antes de lo que nos hubiera gustado, bajamos, cruzamos la tienda y salimos. 

Bajo nuestro punto de vista, la visita es demasiada cara.

Antes de irnos del Trinity College, paseamos por la zona del campus en la que se permitía estar, que era, básicamente, la plaza del Parlamento, donde había varias carpas con mesas para que los estudiantes pudieran sentarse sin mojarse.

Aquí está el mítico campanario, por el cual, si eres estudiante, no deberías cruzar, pues, según la tradición, no aprobarás los exámenes. 

Justo al lado, vimos la escultura del matemático George Salmon, fuerte opositor de la admisión de las mujeres en el Trinity, y enfrente, el edificio de ladrillo rojo, conocido como the Rubrics, que es la parte más antigua del campus. 

Una manera de conocer este lugar es unirte a este tour por la biblioteca del Trinity College, el libro de Kells y el castillo de Dublín.

Salimos por la puerta principal y nos dirigimos a la plaza Merrion. 

Por el camino, no sé cuántas puertas de colores pude llegar a fotografiar. 

La plaza Merrion, con un jardín público en su centro, es una de las cinco plazas de estilo georgiano de la ciudad. Es, además, una de las zonas mejor conservadas del Dublín georgiano, que es la imagen que nosotros teníamos de la ciudad antes de visitarla. 

La zona nos pareció muy elegante, con bonitos edificios rodeando el parque, donde destacaban sus puertas y balcones. 

Estuvimos un rato paseando, admirando las distinguidas casas que tantas celebridades han acogido. 

Por ejemplo, en una de las esquinas vimos la famosa estatua de Óscar Wilde, que está mirando hacia la casa donde él vivió, la número 1. 

Por cierto, en esta área se encuentran muchos de los museos de la ciudad, que son de entrada gratuita.

Sin cambiar de estilo, nos dirigimos a St. Stephens Green pasando por la plaza Fitzwilliams, en cuyo centro hay un parque de acceso es privado. 

La zona nos pareció muy bonita, además, muchas de las casas estaban cubiertas completamente por enredaderas, cuyas hojas, debido a la época del año, tenían un color rojo precioso.

De Fitzwilliam a St. Stephen Green, pasamos por Merrion Row, una calle llena de cafeterías, supermercados y restaurantes, donde cogimos un café para llevar en el caffé Nero, pues hacía bastante bueno y preferimos tomárnoslo en la calle. 

Muy cerca, encontramos el cementerio hugonote, que, aunque no estaba abierto al público, se podía ver entre los barrotes. 

Este es un rincón tranquilo en una calle llena de gente, que fue construido por los hugonotes a finales del S. XVII. Aquí están enterrados sus descendientes y el último entierro tuvo lugar a principios del S. XX.

Enseguida llegamos a una de las entradas de St. Stephens Green, la que se encuentra frente al lujoso hotel Shelbourne. Los edificios de esta zona estaban totalmente cubiertos de hojas rojizas.

De mayor tamaño que las dos plazas georgianas anteriores, el parque tiene un estanque con patos, donde había mucha gente en los bancos de alrededor tomando café y descansando. Nos unimos a ellos y pasamos un rato cerca de la casa de verano, disfrutando del momento.

Tras acabarnos el café, nos dedicamos a explorar el parque, que es bastante grande y donde hay muchos monumentos que conmemoran a personajes célebres irlandeses, así como varios puntos de información sobre su historia y su papel durante el Alzamiento de pascua de 1916. 

Además, en otoño el parque estaba cubierto por hojas secas y los colores eran preciosos.

La zona más bonita de los alrededores y donde están la mayor parte de los edificios que merecen la atención del visitante, es la zona sur, entre la calle Harcourt y Ardán Phort an larla. 

Aquí está la Newman House, hogar de la Universidad Católica de Irlanda, y, junto a ella, hay una pequeña iglesia, cuyo interior neobizantino nos quedamos con ganas de ver.

Salimos del parque por el arco de los fusileros, que da a la animada calle Graftondonde disfrutamos de muy buena música callejera. 

En esta hay muchas tiendas y cafés, a nosotros nos encantó la fachada del café oriental Bewley

Una de las calles que salen de ella, la de Santa Ana, da a la iglesia del mismo nombre. Habíamos leído que en su interior se podían ver bonitas vidrieras, pero nosotros la encontramos siempre cerrada. 

Teníamos hambre y al encontrarnos con uno de los pubs sobre el que habíamos leído, decidimos hacer la pausa de la comida. Este se encuentra en la calle Suffolk y se llama O´donoghues

Aquí probamos el famoso desayuno irlandés y un estofado irlandésAdemás nos tomamos una pinta de Guinness y media pinta de una cerveza lager. Fueron muy amables, especialmente con la pequeña, y la comida estaba buena. Pagamos por todo 33,50€.

Si quieres saber más sobre platos típicos de la cocina irlandesa, puedes leer nuestro post de consejos para viajar a Irlanda

Al final de la calle nos encontramos con la famosa estatua de Molly Malone, que está justo enfrente de la iglesia de San Andrés, que nos llamó la atención por lo abandonada que se encontraba, pues sus soportales estaban llenos de basura. 

Justo al lado, vimos el restaurante Salamanca, que nos trajo muy buenos recuerdos, pues parte de nuestra familia proviene de esta ciudad. El restaurante no tenía mala pinta, pero nosotros no solemos ir a restaurantes españoles en el extranjero, porque nos suelen decepcionar.

Enseguida llegamos a una zona cuyo ambiente nos gustó mucho y donde entramos en el centro comercial Powerscourt, que nos sorprendió nada más entrar. 

Y es que esta casa georgiana del S. XVIII ha sido reconvertida en unos elegantes almacenes. Dentro vimos cafeterías, restaurantes y tiendas perfectamente decoradas. El interior era muy bonito, con plantas y flores por todas partes. Había bastante gente comiendo en el patio central. 

Muy cerca, entramos en otro centro comercial, cuyo ambiente era más alternativo, el George Street Arcade, que se encuentra en un gran edificio de ladrillo rojo.

De allí nos dirigimos al castillo de Dublín. 

Cruzando un arco de piedra en la calle Ship Street Little, enseguida llegamos a los jardines de Dubh Linn, lugar de donde proviene el nombre de la ciudad. Estos son pequeños, pero desde ellos tienes buenas vistas de la torre Record, la única que queda de la fortificación original.

Aquí está la biblioteca Chester Beatty, cuya visita era gratuita. Las exposiciones que vimos nos parecieron muy interesantes. Había una temporal sobre grabados de la antigua ciudad de Tokio y otra en la que se mostraban objetos de las diferentes religiones. 

Aprovechamos para ir al baño, donde había un buen cambiador para bebés. Dentro hay también una cafetería.

De allí entramos en el castillo de Dublín

Debido a las restricciones sanitarias, la visita estaba bastante restringida. Así, no se entraba a la capilla real, ni a las excavaciones arqueológicas. Por otro lado, era gratuita. 

Nosotros visitamos las habitaciones estatales, entre las que se encuentra el salón de San Patricio, donde tiene lugar la investidura del presidente de Irlanda. 

Por su parte, el exterior de la capilla está decorada con bonitos relieves en las puertas, entre ellos la cabeza de San Patricio y la del Alto Rey Brian Boru. 

En el patio del castillo llama la atención una estatua de la Justicia, que se encuentra sobre una de las puertas de entrada. Esta trajo bastante polémica cuando fue erigida a mediados del S. XVIII, pues no tiene los ojos vendados, la balanza no está perfectamente nivelada y se inclina hacia la oficina de Hacienda y da la espalda al pueblo.

Saliendo por esta puerta, enseguida nos encontramos con el ayuntamiento, en el que no entramos, pero que puedes visitar de manera gratuita.

Nos dirigimos a Temple Bar, el barrio cultural de Dublín y una de sus zonas más famosas. 

Fuimos por el paseo del río disfrutando de las vistas hacia el otro lado de la ciudad, donde nos llamó la atención el edificio del Four Courts, con su cúpula rodeada de columnas. 

Al llegar al puente del Millenium, empezamos a ver pubs de coloridas fachadas y desde aquí entramos a Temple Bar, un barrio de calles estrechas y adoquinadas, donde paseamos tranquilamente aprovechando que la pequeña se había dormido. 

No había mucho ambiente, pues era muy pronto y la mayor parte de la gente estaba alrededor del famoso pub Temple Bar, que, con su color rojo, hace que sea difícil pasárselo por alto. 

Este barrio nos gustó mucho. Es muy colorido y callejeando descubrimos fachadas muy bonitas. 

Puedes descubrir esta área tan popular con un tour nocturno por Temple Bar y sus pubs.

Llegamos al puente del medio Penique, el Ha´Penny bridge, por el Merchant´s Arch, un callejón muy estrecho que acaba en un arco. El puente se llama así porque originalmente había que pagar medio penique para cruzarlo.

Pensando que era el momento perfecto para un café con tarta, nos dirigimos al Queen of tarts, un sitio en Cow´s Lane muy recomendado por sus dulces.

Desgraciadamente, cuando llegamos estaban cerrando, por lo que decidimos que desayunaríamos allí al día siguiente.

Y nos dirigimos a la catedral de la Santísima Trinidad, cuyo interior nos pareció muy bonito y nos sorprendió su suelo de baldosas, las cuales estaban decoradas con 64 diseños muy originales. Aunque seguro que no los vimos todos, estuvimos un rato paseando, fijándonos en el suelo y en los otros muchos detalles de la iglesia, por ejemplo la cabeza de un mono del S. XIII en uno de sus pilares. 

Según dicen, aquí está el corazón del santo patrón de Dublín, San Lorenzo O´Toole, que fue robado en el 2012, aunque se recuperó en el 2018. 

Asimismo, en la cripta vimos la mayor curiosidad de la catedral, un gato y un ratón momificados, que se encontraron en el interior de los tubos del órgano durante una restauración. Pueden verse perfectamente los bigotes y las uñas. 

Además, dentro puedes ver la famosa tumba del líder anglo-normando, Strongbow.

Entradas para la catedral de la Santísima Trinidad

La catedral está unida a través de un puente al Synod Hall, un edificio del S. XIX diseñado por el mismo arquitecto que dirigió la restauración de la Catedral en la década de 1870. Actualmente, alberga el museo de Dublinia sobre los orígenes vikingos de la ciudad.

Nos acercamos a la iglesia de San Audeon, que está muy cerca de la catedral, pero que se encontraba temporalmente cerrada. 

En la zona puedes ver restos de la muralla medieval de la ciudad y frente a la iglesia hay unos jardines de pequeño tamaño por los que puedes pasear. Justo al lado está la iglesia católica del mismo nombre construida en el S. XIX, donde destacan sus altas columna con capiteles corintios.

De aquí nos dirigimos a la destilería Jameson. 

De camino nos llamó la atención un pub, the Brazen head, que se publicitaba como el más antiguo de Dublín y que tenía una curiosa entrada en forma de castillo. Y es que se dice que en este lugar ha habido una taberna desde 1198, siendo el pub más antiguo de Irlanda. De hecho, se hace referencia de este pub en la famosa obra de James Joyce, Ulysses. 

No nos hubiera importado tomar una cerveza y comer algo, pero no nos cuadró ninguno de los días.

De todas maneras, en Dublín vimos muchísimos pubs con buena pinta. Una manera algo diferente de conocerlos, sería participar en este juego para descubrir pubs del casco antiguo

Cruzamos el puente que está al lado del edificio de los tribunales, the four Courts. Cerca estaba la iglesia de San Michan, que ya estaba cerrada, pero a la cual nos hubiera gustado entrar para ver su cripta, donde puedes ver los cuerpos momificados de antiguos dublineses.

La destilería Jameson está en la plaza Smithfield, una zona que nos pareció bastante moderna y muy limpia y donde destaca una gran torre a la cual puedes subir. 

No íbamos a hacer ningún tour, lo vimos un poco complicado con la pequeña, pero la destilería estaba muy bien y aprovechamos para tomar un café irlandés en su cafetería. El café estaba buenísimo y nos costó 8€.

Para conocerla, también puedes participar en este tour por la Guinness Storehouse y la destilería Jameson.

Y volvimos a Temple Bar pasando por Wood Quay, uno de los primeros asentamientos de la ciudad, pero donde no queda mucho que lo recuerde.

El ambiente en Temple Bar era ya diferente al de hacía unas horas, pero no estaba tan lleno como nos lo imaginábamos, suponemos que debido a la pandemia. Las luces le daban también un aspecto deferente. 

Cenamos en the Old Storehouse, un pub con música en directo, donde cenamos un Chowder y un Irish Cottage pie, un pastel de carne recubierto de puré de patatas que estaba muy rico. Nos pedimos, además, una pinta de cerveza, el agua estaba incluida. Pagamos 37,85€. 

El sitio estaba muy animado y el poder escuchar música en directo después de tanto tiempo, fue una gozada.

Y volvimos al Leonardo Hotel por la calle O,Connell, disfrutando de Dublín iluminado al cruzar el rio.

Día 2

Este día lo comenzamos cerca de nuestro hotel, en la plaza Parnell, otra de las plazas georgianas de Dublín. 

La verdad es que nos encantaron las casas georgianas con sus puertas que abarcan toda la gama de colores. Y no llegamos a cansarnos de las fachadas cubiertas de hojas, ni de las puertas llamativas.

Hay muchas historias que explican el porqué de estas puertas tan coloridas. 

Por ejemplo, una dice que es para diferenciar unas de otras y no equivocarte de casa, especialmente, al volver alegre del pub.

Otra leyenda dice que esta tradición comenzó tras la muerte de la Reina Victoria, cuando se pidió al pueblo que pintara las puertas de color negro como señal de luto. Sin embargo, los irlandeses, desafiantes, las pintaron con los colores llamativos que vemos hoy día.

Sea como fuere, a día de hoy es una de las características de la ciudad de Dublín. En el blog de Sidewalk Safari puedes encontrar un mapa con las mejores puertas de Dublín

En esta plaza está, además, el jardín del Recuerdo, que conmemora a todas las personas que dieron su vida por la libertad del país. Cuando llegamos estaba cerrado, pero pudimos verlo a través de la reja. 

Justo enfrente se encuentra la Galería Hugh Lane, que destaca por sus obras impresionistas y por tener expuesto el estudio de Francis Bacon. La entrada es gratuita, pero como ya teníamos pensado visitar varios museos ese mismo día, decidimos continuar nuestro camino sin esperar a que abriese.

Continuando con nuestra búsqueda de puertas de colores, tomamos la calle North Great George´s Street, una paralela a la plaza que estaba llena de puertas que iban del amarillo al morado, pasando por el verde, el azul, el negro y el rojo.

Y al llegar al final de la calle y torcer por la calle Parnell, llegamos a una esquina llena de negocios chinos, la mayoría restaurantes, decorados con los típicos farolillos de color rojo. Y es que a esta zona se le conoce como el Chinatown de Dublín. 

En Hill Street nos llamó la atención una torre de piedra, que son los restos de la antigua iglesia de San Jorge. 

Muy cerca de aquí se encuentra la quinta plaza georgiana de Dublín, la plaza Mountjoy, rodeada por las casas típicas de las que ya hemos hablado.

Bajando por la calle Gardiner, acabamos en el gran edificio de la oficina de Aduanas, Custom House, y atravesando el puente Butt, llegamos en unos 20 minutos al Queen of Tarts, donde íbamos a desayunar.

Antes de llegar, en Essex Street, hay una panadería, the temple bakery, que tenía muy buena pinta, con una gran variedad de bollería y de salado. Además, se veía el obrador al fondo de la tienda y trabajadores horneando. Porque salimos llenos, que si no, hubiésemos entrado a probar algo de lo que se veía en el mostrador.

En Queen of tarts tomamos dos cafés y dos tartas, una de queso y una victorian sponge. Las tartas estaban muy ricas y la nata que las acompañaba estaba extraordinaria. El café también estaba muy bueno y el servicio fue muy amable. Pagamos 18,50€, cada trozo de tarta costaba 6€.

Sin embargo, hemos visto que el local ha cambiado de nombre. Ahora es il Valentino café & bakery, por lo que no sabemos si seguirá siendo recomendable ir. 

De allí nos dirigimos a la catedral de San Patricio. 

En la zona trasera de la catedral de la Santísima Trinidad, en la calle Winetavern, además de una bonita vista general de esta, el puente y el Hall of Synod, hay unas casas con unas puertas de unos colores, que a mí, personalmente, me encantaron. 

Además, hay un pequeño jardín en el que pasamos más tiempo del previsto, porque mi hija, que ya estaba cansada de tanta visita, quería jugar.

Antes de llegar a San Patricio, en la calle de San Patrick, entramos en Jam Factory, una galería y tienda de diseño donde compramos unos recuerdos muy originales.

Antes de la iglesia, pasamos por el parque de San Patricio, donde puedes pasear un poco para disfrutar de las vistas del edificio. 

En el interior de la catedral hay unas vidrieras muy bonitas y la visita es muy interesante, con toda la historia de Jonathan Swift, el escritor de los viajes de Gulliver, que fue Dean de esta catedral y que está aquí enterrado. 

Además, dentro ves una cruz celta que se encontró cerca de la catedral a mediados del S. XIX y que se cree marcaba el lugar del pozo donde, según la leyenda, San Patricio bautizaba a los conversos. 

Entradas para la catedral de San Patricio

A la salida pasamos por la biblioteca Marshall, donde decidimos no entrar.

Si quieres conocer ambos lugares, existe un tour guiado por la catedral de San Patricio y la biblioteca Marshall.

Nos dirigimos a la zona conocida como Portobello, una zona alrededor del Gran Canal, pero mientras íbamos paseando por la calle Camden, que estaba llena de restaurantes, vimos que la mayoría estaban cerrados y no vimos mucho ambiente. 

Decidimos, por lo tanto, darnos la vuelta y volver al centro sin llegar al gran canal. Podría haber sido un buen sitio para comer, pero ese día y a esa hora, no nos lo pareció.

Llegamos a la calle Harcourt con la idea de visitar los jardines Iveagh, pero nos saltamos las entradas que se encuentran en Clonmel Street y en Hatch Street. Y es que hay que estar un poco atentos, pues no se ven tan fácilmente al estar rodeado de edificios. 

Cuando nos dimos cuenta, ya estábamos en St Stephen´s Green y por no dar la vuelta, porque estábamos cansados y teníamos hambre, decidimos no visitarlos. Dicen que son una joya escondida de Dublín, nosotros no lo podemos confirmar, bueno, que están escondidos, sí.

Nuestra idea después de comer era visitar un par de museos de los que están en la plaza Merrion y, como sabíamos que por esa zona había bastantes opciones para comer, nos dirigimos allí, cruzando de nuevo St. Stephen´s Green para disfrutar de sus colores otoñales.

Comimos en Eathos, en la calle Lower Baggot. Estábamos buscando algo ligero y este sitio nos gustó mucho. Tienen menús de desayuno, que sirven de 8:00 a 15:00, y menús de comidas. El menú comida es frio y se elige de entre los productos que haya en el mostrador, siempre hay ensaladas y algo proteico. 

Nosotros optamos por tomar dos menús de desayuno, que fueron dos tostadas riquísimas, una de aguacate y la otra de jamón, espinacas y huevo. Nos tomamos además dos cafés y pagamos 31, 05€.

Y de allí nos fuimos a la National Gallery, pasando por el gran edificio de la Casa Leinster, donde se encuentra actualmente el parlamento de Irlanda.

Entramos en la National Gallery por su entrada más clásica en la plaza Merrion y salimos por su parte moderna que da a la calle Clare, el contraste es interesante. 

Dentro pudimos ver cuadros de artistas irlandeses, pero también importantes obras de reconocidos artistas europeos, como Murillo, del que vimos cuatro cuadros, Goya, Velázquez, Picasso, Juan Gris, El Greco, Caravaggio, Vermeer, Rembrandt, Turner, Degas, Monet, Van Gogh o Gabrielle Munter, entre otros. Vamos, para todos los gustos.

La parte que más nos gustó fue una sala con vidrieras de artistas irlandeses, pues la iluminación del cuarto era perfecta para disfrutar de las coloridas ventanas.

Después nos acercamos al museo de arqueología, que estaba a unos 4 minutos caminando.

Este se encuentra en un bonito edificio, tanto en su parte externa como interna, aunque nos pareció algo anticuado y no muy bien organizado. Sin embargo, el museo en sí es muy interesante. 

Lo que más nos gustó de la exhibición fue la zona del oro, donde hay objetos que datan de entre el 2200 y el 500 a.C., y lo que más nos sorprendió fueron varias momias de pantano que estaban expuestas.

Tras la visita y viendo que aun teníamos tiempo, quisimos pasarnos por el Museo de Historia Natural, que también se encuentra por la zona, pero estaba cerrado temporalmente. Así que decidimos ir al the Church pub a tomarnos una cerveza. 

De camino, pasamos por the Mansion House, que está al lado de la iglesia de Santa Ana, muy cerca de Grafton Street. Aquí, en 1919, se declaró la república independiente de Irlanda.

Un poco más adelante, en esa misma calle, vimos una de las muchas tiendas de Butlers Chocolate que hay por Dublín. Habíamos visto que siempre había gente haciendo cola, así que decidimos probar una de sus bebidas. Tuvimos que esperar un poco, pero el chocolate mereció la pena. Pedimos un chocolate con leche que nos costó 3,70€. 

Pasamos por la zona donde se encuentran los centros de Powerscourt y George´s Street Arcade. El ambiente era muy diferente al del día anterior al mediodía. Se notaba que era jueves por la tarde y había mucha gente sentada en las terrazas bebiendo cerveza. 

Llegamos a Temple Bar y cruzamos el puente del Milenio. Vimos algún que otro museo curioso, como el del Leprechaun, y una cafetería que nos pareció super original, pues era un viejo tranvía. Después de leer su historia, nos gustó aún más. 

Y es que este tranvía construido en Filadelfia a principios del S. XX, estuvo muchos años en funcionamiento en Lisboa. Más tarde, se envió a un museo del transporte de Gales y al final, acabó olvidado en un campo del condado de Cavan, al norte de la República de Irlanda. El actual dueño lo encontró, lo compró y lo transformó en el café que es hoy, el Tram Café, en la plaza Wolfe Tone. 

Nos hubiera gustado quedarnos, pero nuestra hora del café ya se había pasado y lo que queríamos era una cerveza.

Justo al lado estaba the Church Pub, que era originalmente la Iglesia de Santa María, de finales del S. XVII y que cerró en 1986. La plaza de al lado, Wolfe Tone, era el cementerio de la iglesia. 

Aquí se casó Arthur Guinnes en 1761 y se bautizó Theobald Wolfe Tone, un importante político irlandés del S. XVIII, y uno de los fundadores de los Irlandeses Unidos, que quería acabar con el dominio británico. Este es considerado el padre del republicanismo irlandés. 

El interior del pub estaba muy bien y nada más entrar te das cuenta de su pasado como edificio religioso. Se puede subir al piso de arriba, donde está el órgano. Nos tomamos dos cervezas y pagamos 12,70 €

Y de allí, paseamos por la calle de enfrente, Mary Street, una perpendicular a O´Connel que está llena de tiendas conocidas y con un centro comercial. 

Sin rumbo fijo, acabamos cenando en The Black Sheep, en Capel Street 61. Este bar pertenece a la Galway Bay Brewery y tiene una gran variedad de cervezas, no sólo irlandesas. Cenamos dos hamburguesas que estaban bastante bien y dos cervezas. Pagamos 39,90€.

Día 3

En nuestro último día, la idea original era visitar la Fábrica de cerveza Guinness, pero al no estar seguros de si esta visita le iba a resultar demasiado pesada a la pequeña, no reservamos las entradas con antelación. Cuando el día anterior miramos, ya no quedaban plazas.

Entradas para la Guinness Storehouse

Creemos que la opción más completa para este tercer día en Dublín hubiera sido ir a la fábrica de Guinness y luego pasear por el parque Phoenix

Además, en esta zona también puedes visitar la cárcel de Kilamainhan y el museo irlandés de arte moderno

Sin embargo, nuestra hija estaba ya muy cansada de visitas y nosotros empezábamos a notar también todos los días de viaje. Por lo que optamos por un plan más tranquilo, pasear por la moderna zona de Los Muelles, The Docklands.

Fuimos caminando desde nuestro hotel pasando por la Avenida O´Connell, donde no pudimos evitar probar otro donuts de Hot Donut. Esta vez el relleno llevaba algo de alcohol y nos gustó menos que los del primer día. 

En unos 15 minutos llegamos al Memorial de la Gran Hambruna, que está muy cerca de la Oficina de Aduanas. Esta es realmente estremecedora, pues los rostros de las personas muestran claramente la desesperación. 

Había salido un muy buen día y los edificios se reflejaban perfectamente en el río Liffey, por lo que el paseo resultaba muy agradable.

Tomamos un café en el House of Harbour, que está en un bonito edificio de estilo georgiano que data de mediados del S. XIX y que era la casa del antiguo capitán del puerto. Originalmente, se encontraba en medio del tráfico de aduanas, pero ahora es un pub y restaurante. 

Desde aquí, tienes vistas al George´s Dock

Muy cerca había un centro comercial, muy moderno y luminoso, en cuyo interior estaba el Epic, el museo de la emigración. Y aunque tenía buena pinta y parecía bastante ameno e interesante, no era un día de museos para la pequeña.

Llegamos al barco Jeanie Johnston, donde había cola para visitarlo. Este se encuentra cerca del puente moderno de Samuel Beckett, que está diseñado por Santiago Calatrava. 

Y llegó un momento en que se acabó el interés de la zona y decidimos volver por una calle donde encontramos muchas casas decoradas para Halloween.

Volviendo, visitamos la Procatedral de Santa María, donde no encontramos a ningún turista, sólo gente rezando.

Y terminamos nuestra visita a Dublín comiendo rápidamente en el restaurante chino coreano, Hilan, en Capel Street 45. Pedimos un par de platos del menú del día y pagamos 19,80€ por todo. La comida fue muy normalita, pero vimos varios asiáticos comiendo a la carta y, la verdad, es que tenía muy buena pinta. 

En esta zona vimos un gran número de restaurantes asiáticos. De hecho, nuestra primera noche cenamos en un restaurante japonés de la zona que nos gustó mucho, Musashi Noodle & Sushi Bar, en Capel Street 15.

Y tras recoger las maletas y tomar el autobús en Parnell Square, nos despedimos de este país que tanto nos había gustado. 

La información para llegar al aeropuerto en autobús puedes leerla en nuestra guía de Dublín.

Consejos

Las visitas de pago que hicimos nos gustaron mucho, pero los precios para entrar nos parecieron un poco elevados. 

Para ahorrar un poco de dinero en las entradas, te recomendamos echar un ojo a la Dublin Pass, una tarjeta con la que podrás entrar de manera gratuita a muchas de las atracciones de la ciudad.

Esta incluye, por ejemplo, las visitas a la fábrica de cerveza Guinnes, al museo de la emigración irlandesa, EPIC, a la Destilería Jameson, a las dos catedrales, al Castillo de Dublín y a Dublinia. Su precio depende del número de días para los que la compres. 

La ruta que hicimos por Dublín podría hacerse en menos tiempo, especialmente si no vas con niños pequeños. Por ello, si vas a pasar tres días en Dublín, podrías dedicar algo de tiempo a hacer alguna excursión. 

De Dublín salen tours a todos los puntos interesantes de la isla, sobre los que tenemos información en nuestro blog.

– Excursión a los acantilados de Moher y Galway.

Excursión a la Calzada del Gigante y Belfast.

Excursión a los estudios de Juego de Tronos o Tour por los escenarios de Juego de Tronos.

Excursión de dos días a Irlanda del Norte. 

Tour de 4 días por la costa atlántica.

Excursión al Valle del Boyne.

Excursión a Cork.

Excursión a Wicklow y Glendalough.

Excursión a Kilkenny. 

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