Irlanda: Adare, acantilados de Moher, Doolin, Burren y Dunguaire

En este nuevo día de ruta conocimos uno de los pueblos más bonitos de Irlanda; disfrutamos de una de los paisajes naturales más espectaculares del país; visitamos una catedral en un pueblo con menos de 200 habitantes y cuyo obispo nominal es el Papa y visitamos un enterramiento del Neolítico ¿Nos acompañas?

Jueves, 07-Oct-2021

Adare, uno de los pueblos más bonitos de Irlanda

El despertador sonó algo más pronto de lo habitual. El punto fuerte del día era la visita a los acantilados de Moher, y las predicciones del tiempo a partir de las 12 del mediodía eran muy malas: niebla y lluvia. Por eso queríamos intentar llegar lo antes posible, y estábamos todavía a tres horas en coche.

A las 7 de la mañana ya estábamos visitando el centro de Adare, considerado uno de los pueblos más bonitos de Irlanda. Las calles estaban muy animadas, con mucho tráfico y con mucha gente que iba a trabajar y estudiantes esperando a los autobuses escolares.

Información sobre Adare

La historia de Adare se remonta al año 1200 aunque su imagen actual se debe principalmente a los trabajos que llevaron a cabo los condes de Dunraven a principios del siglo XIX. Así la imagen más famosa de esta localidad, las tradicionales cabañas con techo de paja se construyeron en la década de 1820 y eran las casas de las personas que trabajaban para la familia Dunraven, en su finca, en su casa solariega o en su fábrica de cigarrillos.

La visita de Adare se centra en la calle principal donde se mezclan edificios de piedra, casas tradicionales con techo de paja, ruinas y el parque del pueblo. El comienzo de esta recuerda mucho a otras localidades irlandesas, casas de un solo piso con fachadas de colores, llamando la atención el edificio del Village Hall. Enseguida se llega al centro cultural de Adare, que a la hora en que nosotros lo visitamos estaba cerrado, y que acoge la oficina de turismo. Dentro hay una exposición gratuita sobre la historia de Adare.

Justo al lado se encuentra la Abadía Trinitaria fundada en 1230 y restaurada por el primer conde de Dunraven. Y, en frente se encuentra el antiguo lavadero.

Desde la abadía se ve ya la zona más fotografiada de Adare: las pintorescas y bonitas casas con tejado de paja. Debido al tráfico denso nos fue muy difícil acercarnos a ellas. Además, una (creemos que la que fue restaurada tras un incendio ocurrido en el año 2015)  estaba medio tapada con una valla, otra estaba en venta y los negocios estaban cerrados. Todo ello nos dejó una impresión de abandono y, aunque las casas nos parecieron muy bonitas, nuestra experiencia no fue la mejor. Además, este no fue el único sitio de Irlanda donde vimos casas de este tipo.

Justo enfrente de estas casas se encuentra el hotel Dunraven Arms, decorado de manera muy elegante. Seguimos caminando y llegamos a un prado donde había vacas pastando. Fue una sensación curiosa y agradable, pasar del alboroto del tráfico a la escena bucólica de las vacas en el campo. Fue esta parte del paseo la que más nos gustó. Enseguida llegamos a la Abadía Agustina, también conocida como Black Abbey. Esta se fundó en el año 1316 y puede visitarse de manera gratuita pero a esas horas no estaba abierta.

Y, girando a la izquierda, llegamos a un camino desde donde pudimos admirar las ruinas del castillo de Desmond. Este castillo del s. XII se encuentra a la orilla del rio Maigue y es visitable de Junio a Septiembre. Los tickets cuestan 10€ y se reservan en la oficina de turismo. Las mejores vistas del castillo se obtienen desde el puente de piedra de 14 arcos y origen medieval.

La luz del amanecer nos brindó la mejor imagen de Adare: la vista del castillo sobre el puente de piedra con el cielo teñido de rosa. Y con esta imagen en la retina nos despedimos de Adare.

Tenemos que decir que para nosotros no es el pueblo más bonito de Irlanda. Tiene mucho encanto, pero en nuestro viaje visitamos pueblos que nos llamaron más la atención.

Ya desde el coche en dirección Limerick, justo a la salida de Adare, nos dejamos sorprender por la puerta principal de la Adare Manor. La antigua sede de los Condes de Dunraven se ha convertido en un hotel de lujo y campo de golf. En sus terrenos se encuentran las ruinas del Convento Franciscano fundado en el S. XV, así como las ruinas de la Iglesia de S. Nicolas del s. XIII. Nos pareció muy curioso leer que el edificio era una ‘Casa Calendario’. Así, tiene 365 ventanas emplomadas, 52 chimeneas ornamentadas, 7 pilares de piedra y 4 torres, número anual de días, semanas y estaciones del año, respectivamente. Además, una de sus habitaciones está inspirada en el Salón de los Espejos de Versalles y en sus jardines se pueden ver piedras Ogham, como la que vimos en la iglesia de Kimalkedar. Este hotel alojará en 2027 la Ryder Cup de Golf. Por las fotos que hemos visto tanto el interior como el exterior parecen preciosos, pero a nosotros se nos iba un poquito de precio.

Breve parada en Limerick

Para llegar a Moher teníamos que pasar por Limerick. Cruzamos la ciudad en coche y nos dio la impresión de ser una ciudad muy animada, pero lo que vimos no nos impresionó. Aparcamos justo al lado de la piedra del tratado, Treaty Stonepara poder disfrutar de las vistas sobre el rio Shannon más conocidas de la ciudad. Y es que Limerick es conocida como la ciudad del tratado, pues fue aquí y, según dice la tradición, sobre esta roca, donde se firmó el tratado de Limerick en 1691, por el cual la ciudad se rendía a Guillermo de Orange después de la guerra entre este y su suegro, el rey Jaime II. Las vistas del castillo del Rey Juan, construido a comienzos del s. XIII, y el puente Thomond merecieron la pena. 

Y ya, sin ninguna parada más planeada, partimos raudos y veloces a los acantilados de Moher sin apartar los ojos del cielo.

En la ruta teníamos como parada intermedia el castillo de Bunratty, que se encuentra a unos 15 km de Limerick. Pero decidimos no parar para llegar antes a los acantilados. Aun así, pudimos verlo desde la carretera y admirar su estructura de casa-torre rectangular que, la verdad, nos llamó bastante la atención. La fortaleza actual fue construida en el s. XV y abandonada en el s. XIX, llegando a estar en peligro de demolición. Al final fue restaurado y el interior fue decorado con objetos de los siglos XIV al XVII. Además, han recreado muy cerca del castillo una aldea del s. XIX con edificios provenientes de diferentes áreas. 

Llegando a Moher empezamos a enamorarnos de las vistas. Pasamos además por pueblos muy bonitos donde, de no haber estado tan preocupados por las condiciones climatológicas, hubiéramos parado para pasear un poco. Nos llamó especialmente la atención Ennistimon, que incluso tenía unas cascadas en medio del pueblo. Tampoco faltaron ruinas por el camino como las del castillo de Dough.

Acantilados de Moher

Y sobre las 11 de la mañana llegamos a los acantilados de Moher, sin lluvia y con buena visibilidad. Todo bien.

Información sobre los acantilados de Moher

Los Acantilados de Moher, una de las atracciones de Irlanda más visitadas cada año, recibe unos 1,5 millones de turistas al año. Estos acantilados alcanzan, en su punto más alto, los 214 m y se extienden por 8 km sobre el océano atlántico. Se formaron hará más de 300 millones de años debido a la acumulación de arena, limo y arcilla en la desembocadura de un rio que fueron compactando hasta formar capas de roca. Su nombre proviene de un antiguo fuerte llamado Mothar o Moher que se encontraba en la zona sur, en Hag´s Head y que fue demolido en 1808.

Además, estos acantilados son uno de los lugares de reproducción de aves más importantes de Irlanda. Más de veinte especies de aves anidan aquí. Si te gusta observar a las aves este es un lugar perfecto para hacerlo en las épocas apropiadas.

En los acantilados de Moher existen 3 plataformas principales para disfrutar de las vistas, cada una de ellas con vistas diferentes:

La plataforma principal: Desde aquí se puede admirar la parte sur de los acantilados. El punto más meridional de los acantilados es la Hag´s Head, cabeza de bruja. Aquí se alza la torre de Moher. El nombre le viene porque en este lugar los acantilados dan lugar a una formación rocosa  que recuerda la forma de una cabeza de mujer. Cuenta una leyenda que una vieja bruja del mar (Hag) se enamoró del héroe irlandés Cú Chulainn y lo persiguió por toda Irlanda. Este logró escapar saltando sobre las rocas del mar como si fuesen peldaños, sin embargo, la bruja no fue tan ágil y se estrelló contra las rocas.

La plataforma norte se encuentra en la zona más alta de los acantilados. Cerca se encuentra la torre O´Brien, construida en 1835 por Cornelius O´Brien. El objetivo de la torre fue desde su principio servir como torre de observación para los muchos visitantes que ya recibían los acantilados en aquella época. Desde aquí, si el tiempo lo permite se pueden ver las islas Aran, las montañas de Connemara, las twelve pins y la bahía de Galway.

La plataforma sur: esta es perfecta para observar a los frailecillos que se localizan en Goat Island de abril a agosto, y la zona norte de los acantilados.

Cómo llegar a los acantilados de Moher. Datos prácticos

Aparcamos en el parking oficial, que se encuentra enfrente del centro de visitantes. Nosotros habíamos reservado las entradas de antemano. Para ello tienes que decidir a qué hora quieres hacer la visita. Existen 3 posibilidades: mañana de 9 a 11 (7€ por adulto); mediodía de 11 a 15 (10€ por adulto); y tarde de 15 a 17 (7€ por adulto). En la página web encontrarás toda la información actualizada sobre precios y horarios y podrás reservar los tickets. Los horarios cambian según la época del año. 

Reservar no es obligatorio, pero recomendable. A nosotros nos gusta tener las entradas para evitar problemas de admisión y ahorrar tiempo, y más aún en época de COVID. Además, comprándolas de antemano sale algo más económico. 

En realidad, la visita a los acantilados es gratuita. Lo que se paga es el aparcamiento y la visita al centro de visitantes. 

Existen rutas que pasan por los acantilados como el Cliffs of Moher Coastal Walk, el camino costero de 20 km que une los pueblos de Liscannor y Doolin. Las vistas que se obtienen desde esta ruta tienen muy buena pinta. Si te gusta caminar y le dedicas un día a la visita, creemos que esta es una gran opción para disfrutar de los acantilados. Eso sí, por experiencia te decimos que chequees antes el tiempo. Por lo que hemos leído el camino es sencillo, pero hay que tener cuidado, especialmente si hace mucho viento.

La visita a los acantilados de Moher es tan popular que hay muchos tours organizados que la ofrecen desde diferentes ciudades. Estos se encuentran a algo más de 3 horas de Dublín y a hora y media de Galway.

Excursión a los acantilados de Moher desde Dublín

Excursión a los acantilados de Moher desde Galway. 

Excursión a los acantilados de Moher desde Limerick

Excursión a los acantilados de Moher desde Cork

Otra manera de visitar los acantilados de Moher, pero sólo de marzo a octubre, es en barco. A nosotros nos suelen gustar este tipo de experiencias, y los lugares de costa se ven de una manera diferente en barco. Creemos que ver los acantilados desde abajo tiene que ser también muy impactante. Los barcos salen de Doolin (a unos 8 km) o de Liscannor (a unos 6 km). También se puede reservar este paseo en barco por los acantilados de Moher

Durante nuestra visita pudimos confirmar la popularidad de este destino, aunque no es para menos, las vistas desde los acantilados son espectaculares. Es verdad que no estaba masificado, pero fue la vez que más turistas nos encontramos (a excepción de la calzada del gigante). Por lo que hemos leído las horas punta son de 11.00 a 16:00, así que si podéis evitar estas horas, mejor que mejor. Y ver atardecer en los acantilados debe de ser un momento para no olvidar.

Qué hacer en los acantilados de Moher

Al llegar lo primero que vimos fue el centro de visitantes, que está perfectamente integrado en la naturaleza. Sabiendo que el tiempo iba a empeorar pasamos de largo, ya tendríamos tiempo para visitarlo. Y nos acercamos a la plataforma principal, para asomarnos a una de las vistas más bellas de Irlanda, no sin antes saludar a las vacas que dan la bienvenida a los visitantes. 

Y ahí nos quedamos un rato, mirando como los acantilados caen abruptamente al océano atlántico. La visibilidad era muy buena, y la poca bruma que había le daba un toque misterioso y agradable.

Nos dirigimos al norte, parándonos a cada paso para disfrutar de las vistas. Al acercarnos a la torre O´Brien vimos que, para nuestra sorpresa, estaba abierta. Tuvimos que hacer algo de cola, unos 5 min, ya que sólo dejaban entrar a un par de personas cada vez. Las vistas desde arriba sí que son impresionantes, pero para nosotros no son las mejores, porque las almenas de la torre estorban bastante (igual es porque somos muy bajos). Lo que si nos gustó fueron los carteles, que informaban de lo que se veía en cada dirección. A pesar de no estar totalmente despejado, alcanzamos a ver las islas Aran.

Seguimos caminando, pero el camino hacia el norte estaba cerrado, no sabemos si por ser Octubre, por las condiciones climatológicas o por el COVID. Así que volvimos sobre nuestros pasos para dirigirnos a la plataforma sur. Habíamos leído que en los acantilados había dos caminos, uno más seguro, más alejado del acantilado, y otro por el que se caminaba muy cerca del borde. Cuando fuimos, el camino pegado a los acantilados, o el preferido de los amantes de la adrenalina, estaba cerrado. Aunque nosotros, con una niña pequeña, ya habíamos decidido que no lo íbamos a tomar.

Habíamos pensado hacer un trozo de la ruta hacia el sur, hasta la Hag´s Head desde el centro de visitantes hay  unos 4 km, pero el tiempo empezó a empeorar y comenzó a lloviznar. Cambiamos nuestros planes, y tras disfrutar de las vistas desde cerca de la plataforma sur, pusimos rumbo al centro de visitantes. En pocos minutos la niebla cayó completamente y la visibilidad fue nula. Si queréis ver lo rápido que cambió el tiempo, podéis leer nuestro post de consejos para viajar a Irlanda.

El camino que nosotros hicimos era fácil, pero recomendamos llevar calzado cómodo e ir preparados para el viento y la lluvia. Y ser precavidos, que en los acantilados de Moher ha sucedido algún que otro accidente con consecuencias fatales.

Un poco tristes por no haber podido disfrutar un poco más del paseo de la costa, pero contentos por haber visto los acantilados con buena visibilidad, llegamos al centro de visitantes. Aquí puedes leer sobre la formación geológica de los acantilados y sobre sus habitantes, y se pueden ver fotos de diferentes épocas y estaciones. Lo encontramos ameno e interesante, especialmente la pequeña película que te permite ver los acantilados a vista de pájaro. Nosotros la vimos 2 veces, porque a nuestra hija le gustó mucho. Además, en el centro de visitantes hay aseos y una tienda.

Y, para terminar, decir que los Acantilados de Moher son uno de los dos lugares de Irlanda que han aparecido en una película de Harry Potter, en Harry Potter y el príncipe Mestizo. El otro está en el condado de Kerry y puedes leer más información sobre él en nuestro post sobre el anillo de Kerry.

Tras comer algo en el coche, nos pusimos en marcha a nuestro siguiente destino. En el centro de visitantes había cafeterías, pero preferimos comer lo que habíamos comprado en el supermercado los días anteriores. Para la pequeña llevábamos siempre purés en un termo.  En general las cafeterías de estos sitios suelen ser, en nuestra opinión, caras para la calidad que ofrecen.

Castillo de Doonagore

El siguiente punto era el castillo de Doonagore, en el pueblo de Doolin, que está situado en una colina, a menos de 10 min en coche de los acantilados de Moher y a unos 2 km del pueblo. Recomendamos poner en google maps el castillo, porque si pones Doolin te puede mandar directamente allí. Esto es lo que nos pasó a nosotros, pues apuntamos en la ruta Doolin y nos pasamos el desvío hacia el castillo, por lo que tuvimos que dar la vuelta.

El castillo es una torre circular del s. XVI situada en una colina y utilizada como referencia para los barcos que se aproximan al muelle de Doolin. En 1588, un barco de la Armada Española naufragó en esta zona. Hubo ciento setenta supervivientes, pero fueron capturados por el Sheriff de Clare y colgados en el castillo de Doonagore o en un túmulo cercano. 

Aunque el castillo es privado y no puede visitarse, las vistas de la torre con el mar al fondo merecen la pena. Para poder disfrutar de estas hay que tener cuidado, porque alrededor del castillo no hay nada. Y cuando decimos nada, nos referimos a que no hay nada más que una carretera estrecha y sinuosa. No hay parking y el coche hay que dejarlo en un recodo de la carretera. Las mejores vistas al castillo se encuentran en una curva donde no se puede dejar el coche. Nosotros seguimos hacia adelante, y cuando vimos un pequeño recoveco en la carretera, aparcamos y fuimos andando hasta allí. Por el camino nos cruzamos con algún coche, así que hay que ir con precaución. La visita al castillo de Doonagore es breve, pero cuando estas observándolo te da por pensar que quien pudiera desperezarse por las mañanas con esas vistas y esa tranquilidad.

Doolin

Del castillo fuimos al pueblo de Doolin, que se encuentra disperso en tres zonas. Nosotros aparcamos en un parking que hay frente al Pub O´Connor´s, en Fisher street. Esta zona de Doolin, aunque pequeña, nos pareció que tenía mucho atractivo. Y vimos una de las casas más  pintorescas del viaje, y es que al color rosa de su fachada se le unía el techo de paja. Paseando nos llamó la atención la cantidad de alusiones a la música que vimos, y es que este pueblo es muy conocido por la música tradicional irlandesa que se toca todas las noches en sus pubs.

A 6 min en coche se encuentra el puerto de Doolin. Si queréis visitar las islas Aran es de aquí de donde parte el ferry hasta ellas. También se puede llegar a estas islas en ferry desde Rossaveel, muy cerca de Galway.

Desde Doolin: viaje a la isla de Inisheer

Desde Rossaveel: ferry a Inis Mór

Desde Rossaveel: ferry a Inis Oirr

Desde Rossaveel: ferry a Inis Meáin

Muy cerca se encuentran las cuevas de Doolin. Y aunque siempre nos ha gustado visitar cuevas, en este viaje no nos atrevimos a ir por miedo a que la pequeña se asustara y pasara un mal rato. Lo más llamativo de estas es su gran estalactita que, con sus 7,3 metros, es la más grande de Europa. Aquí puedes comprar las entradas a las cuevas.

Visitando el Burren

Tras visitar Doolin llegó el momento de conocer el Burren

Información sobre el Burren

El nombre Burren proviene de boireann que significa tierra rocosa en irlandés. Esta región pedregosa corresponde a más de 250 kilómetros cuadrados de paisaje kárstico en la Ruta Costera del Atlántico. Se encuentra en el condado de Clare muy cerca de los Acantilados de Moher. Este paisaje se formó a partir de piedra caliza depositada hará unos 350 millones de años. Aunque no lo parezca esta tierra es muy fértil y aquí crecen desde plantas alpinas y árticas a especies mediterráneas.  Más del 70% de las 900 especies de plantas autóctonas de Irlanda crecen aquí. Se encuentra también en esta zona un importante número de sitios de importancia arqueológica e histórica. El Parque Nacional Burren cubre una pequeña parte de este paisaje con un tamaño de unos 15 kilómetros cuadrados.

El Burren puede visitarse integrado en un tour organizado. 

Excursión desde Dublín.

Excursión desde Galway.

Excursión desde Galway.

Dentro del Burren nosotros queríamos ver, si o si, el dolmen de Poulnabrone, pero había 2 opciones: ir por el camino del interior o por el camino de la costa. Viendo cómo se había puesto el día, optamos por el del interior.

Kilfenora

Nuestra primera parada fue Kilfenora, considerada puerta de entrada a la región de Burren. En esta localidad, con menos de 200 personas, se puede visitar una catedral con varias Cruces Altas (High Crosses). En la época medieval esta era la sede episcopal del obispo de Kilfenora y se la conoce actualmente como la «Ciudad de las Cruces». El lugar es también conocido por su tradición musical y de baile. Aquí comenzó la famosa Kilfenora Ceilí Band.

Información sobre las Cruces Altas, High Crosses

Una Cruz alta es una cruz construida en piedra que generalmente se encuentra ricamente decorada. En Irlanda se erigieron estas cruces de gran tamaño durante la temprana Edad Media. Se encontraban en las afueras de iglesias y monasterios como símbolo de estatus; también pudieron tener otras funciones como el de marcar límites o cruces de caminos o iglesias anteriores. Las cruces irlandesas más antiguas, s. VIII o IX, presentan sólo adornos pero es a partir de los s. IX y X cuando comenzaron a decorarse con figuras. Esta tradición irlandesa desapareció prácticamente después del s. XII  hasta que en el s. XIX se produjo un renacimiento de la cultura celta y volvieron a ser usada para lápidas y monumentos conmemorativos. También se pueden encontrar Altas Cruces en Gran Bretaña.

Información sobre la catedral de Kilfenora

Se cree que el monasterio de Kilfenora fue fundado por S. Fachnan en el s. VI. Pero ganó en importancia en el año 1152 cuando se convirtió en la diócesis del reino de Corcomroe siendo la diócesis más pequeña de la Irlanda medieval. Es por ello que hoy en día se le considera catedral. El edificio actual data de finales del s. XII principios del s. XIII. Se ha conservado una preciosa sedilia gótica del siglo XV (un asiento generalmente de piedra que se encuentra cerca del altar, para ser usado durante la Misa por el sacerdote y sus asistentes) y una ventana románica del s. XII con capiteles tallados. Hoy sin techo, el presbiterio estuvo en su día cubierto por un techo de roble pintado de azul y decorado con estrellas que se conservó hasta finales del s. XVIII.

Se cree que en Kilfenora hubo en su momento hasta 7 Altas Cruces de finales del s. XI comienzos del s. XII. Se piensa que se mandaron construir para elevar la importancia del lugar frente otros lugares que también podían ser nombrados diócesis. Hoy en día se conservan restos de 6, siendo la más bella la cruz Doorty (llamada así porque una parte de ella fue usada como lápida de la tumba de la familia Doorty. No fue hasta 1955 cuando se volvieron a juntar las dos partes de la cruz).  Una de las cruces fue trasladada a la Catedral de Killaloe donde se encuentra actualmente.

Hoy en día está bajo la administración de la diócesis católica de Galway y, como curiosidad, el Papa es su obispo nominal. Además, la parte atechada de la Catedral de Kilfenora sigue en uso por la Iglesia de Irlanda. 

La visita nos dejó muy buen sabor de boca. Ya le habíamos cogido el gusto a pasear solos entre ruinas preguntándonos que habría pasado entre esas paredes y cómo habrían llegado al estado en el que estaban. 

Sorprende bastante al entrar en esta pequeña iglesia, sin ningún tipo de seguridad, encontrarse  con varias Altas Cruces originales en buen estado de conservación. Cuatro de las cruces se encuentran en el crucero de la Catedral protegidas por un techo de cristal. Nosotros estuvimos un buen rato observando las disitintas cruces, especialmente la de Doorty, y admirando el grado de detalle de los relieves. Hay paneles informativos sobre las Altas Cruces donde se puede leer el significado de los relieves. La quinta Cruz, llamada Cruz Oeste (West Cross), se encuentra fuera del recinto de la Catedral, pero muy cerca de esta, al oeste.

La parte de la Catedral que a día de hoy sigue en uso estaba cerrada.  

En Kilfenora se encuentra también el Centro de Interpretación de Burren, cerrado durante nuestra visita. Pero que es una buena idea visitarlo para aprender más sobre esta zona.

Nuestra siguiente parada era el dolmen de Poulnabroune. De camino pasamos por varios puntos de interés y, aunque no paramos en ninguno de ellos, los vimos desde el coche:

Ruinas del Castillo de Leamaneh, que están pegadas a la carretera. Consta de una casa torre del siglo XV y una mansión del siglo XVII.

Ruinas de la Iglesia de Carran, que vimos salpicada de ovejas.

Fuerte circular de piedra Caheconnel, cuya visita era de pago y decidimos no entrar.

Dolmen de Poulnabroune

Llegamos al dolmen y aparcamos en el parking gratuito que hay. Antes de empezar a recorrer el pequeño camino que lo separa del aparcamiento (se recorre en menos de 5 min) te encuentras con un par de paneles informativos sobre el sitio. La visita es gratuita.

Información sobre el Dolmen de Poulnabroune

Este antiguo enterramiento del neolítico, probablemente entre el 4200 – 2900 a.C, está situado en una meseta kárstica de piedra caliza. Es el más conocido de los aproximadamente 172 dólmenes de Irlanda. Consta de una piedra de tres metros de largo que descansa sobre otras dos dispuestas a modo de puerta, y éstas a su vez sobre un túmulo. Durante unas obras de restauración se descubrieron restos de más de 30 personas enterradas bajo el dolmen. No se sabe si todos ellos fueron enterrados a la vez o en diferentes tiempos.

El dolmen fue construido por agricultores del neolítico y se usó seguramente como lugar para rituales, pero también pudo servir de marcador territorial y también se usó como lugar de enterramiento. Antiguamente estaría cubierto de tierra y su losa coronada por un túmulo.

El dolmen es un buen lugar para ver características típicas del paisaje del Burren tales como grietas, grikes, que dejan al descubierto rocas aisladas, clints; Kamenitza, pequeñas cavidades formadas por la karstificación y dolines.

Al llegar al dolmen, que está rodeado por una cuerda para evitar que las personas se acerquen a tocarlo, comprobamos que está construido sobre un suelo de rocas calizas aisladas separadas por grietas (clintsgrikes). Y, que pasear por él es un poco complicado especialmente cuando llevas a tu hija dormida en brazos y durante la visita empieza a llover. Pero nada de todo esto hizo que no nos gustara la visita. Estuvimos un rato disfrutando de la vista del dolmen, en ese lugar remoto y aislado en medio de un mar de rocas. Además al pensar el tiempo que lleva ese monumento ahí de pie, provoca una sensación de admiración para los hombres que lo construyeron, allá por el neolítico. 

Nos volvimos a poner en camino. El paisaje rocoso del Burren que admirábamos desde el coche era, en cierta parte, desolador. Paramos en Ballyallaban para poder verlo un poco mejor y leer más información sobre la formación de los Burren.

Blackhead point

Como el tiempo había mejorado, decidimos probar suerte y volver a la costa, nos dirigimos al Blackhead point. Pasamos por el faro, pero estaba cerrado y no vimos que uno se pudiera acercar ni aparcar. Por lo que seguimos conduciendo y paramos en el mirador Murrooghtoohy, que se encuentra cerca del fuerte de piedra Caherdoonerish. Disfrutamos de las vistas de la costa rocosa y decidimos poner rumbo a Galway, no sin antes parar en un castillo.

Castillo de Dunguaire

Tras una media hora llegamos al castillo de Dunguaire, que es una casa torre construida en el s. XVI en la costa de la bahía de Galway. Anteriormente en este lugar se encontraba el palacio del rey Guaire Aidne mac Colmáin, que gobernó en el s. VII. Se cuentan muchas leyendas sobre él, que es conocido por su gran generosidad y por el cual el castillo recibió su nombre. Según una leyenda, un méndigo visitó la tumba del rey quejándose de no haber recibido nunca su ayuda. Entonces la mano del muerto salió y le dio una moneda de oro. 

El castillo pasó de manos un par de veces, hasta que fue comprado y restaurado en el s. XX por el escritor Oliver St. John Gogarty, que lo convirtió en un lugar de encuentro para grandes figuras de la literatura irlandesa. Hoy en día se puede visitar y, de abril a octubre, participar en los banquetes que se celebran en el castillo. Para cuando nosotros llegamos ya estaba cerrado.

Dejamos el coche en un aparcamiento cercano, donde pueden verse algunas casas con tejados de paja. El camino que lleva al castillo es muy bonito, pues tienes siempre de frente la fortaleza, que se encuentra ubicada junto a las orillas de la bahía de Galway. 

Y después de esta corta parada pusimos rumbo a Galway, donde llegamos en poco menos de 1 hora. 

Galway

Nuestra idea era disfrutar del ambiente en alguno de sus muchos pubs y cenar. Pero llegamos de día y justo paró de llover. Por lo que cambiamos de idea, y antes de las dos merecidas cervezas, dimos un paseo. 

De qué hacer en esta ciudad hablamos en más detalle en el post qué ver en Galway. Ahora sólo decir que nos encantó su ambiente y nos pareció el sitio perfecto para pasar un par de noches conociendo la  región de Connemara.

Y después de tomar unas cervezas en el Pub The Quays, decorado con elementos provenientes de una iglesia, y de cenar en el Quay Street kitchen, donde quedamos muy satisfechos, volvimos al coche, que lo habíamos aparcado en el parking del puerto, muy cerca del latin quarter, 2€/hora.

Nuestro apartamento para 2 noches se encontraba a 5 min en coche de Galway. Era una pequeña casa de invitados para nosotros solos. La dueña fue muy amable y se encargó de que no nos faltara de nada. Además había supermercados cerca. 

Otros puntos de interés en la ruta

En este día nos hubiera gustado dedicarle un poco más de tiempo al Burren. Existen rutas para admirar el paisaje y muchas opciones de visitas: cuevas, fuertes de piedra, tumbas…

Para más información sobre que hacer en el Burren, puedes chequear esta página web y esta otra página web.

De haber hecho el camino de la costa teníamos varios puntos de interés apuntados Lisdoonvarna, famosa por su festival para solteros, la playa de Fanore, el fuerte de piedra Caherdoonerish, el castillo de Gleninagh, el puerto de Ballyvaughan, el Muckinish West Tower House o la Abadía de Corcomroe

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Nos gusta mucho sacar fotografías en nuestros viajes. Para ello llevamos la cámara Nikon D3400 con objetivo Tamron 18-200. En los viajes largos llevamos también nuestra antigua cámara, la Canon Powershot G5x, por si tenemos problemas con la primera. Además, esta sigue siendo nuestra primera opción si vamos a la montaña, pues es pequeña y ligera. Siempre llevamos varias tarjetas de memoria. La mochila que usamos para llevar las cámaras es esta.

Nuestra guías favoritas para preparar nuestro viajes son la DK y la Lonely Planet.

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