El Sarre es, probablemente, el estado alemán menos conocido y uno de los más pequeños. Pero eso no significa que no guarde verdaderos tesoros. De su pasado industrial destaca la fábrica siderúrgica de Völklingen; el meandro del Sarre es su reclamo natural más conocido; en Villa Borg te puedes sentir como un auténtico romano y oler el perfume de Julio Cesar, y en su capital, Sarrebruck, puedes disfrutar del “savoir-vivre” francés. ¿Nos acompañas?
El Sarre es un estado alemán al suroeste del país y, tras el estado de Bremen, es el más pequeño de todos. Su nombre, Saarland en alemán, significa tierra del Saar. Y viene del río Sarre, Saar, que cruza su territorio. Su capital es Sarrebruck, Saarbrücken en alemán.
Situada en el corazón de Europa occidental, limita al norte y al este con el estado alemán de Renania-Palatinado, al sur con la región francesa de Lorena y al oeste con el Gran Ducado de Luxemburgo. Y forma parte de la eurorregión SaarLorLux.
Es esta situación, y su agitada historia, lo que le otorga un aire diferente a otras partes del país, con un aire francés y una gastronomía que mezcla elementos de sus países vecinos. Además, la convierte en un lugar perfecto para conocer esta parte de Europa.
De hecho, nosotros aprovechamos nuestra visita al Sarre para visitar la ciudad de Luxemburgo, porque, para que engañarnos, dormir en Sarrebruck sale más económico que hacerlo en la capital del Gran Ducado.
Por cierto, si estás pensando en visitarla, te recomendamos leer qué ver en Luxemburgo, la pequeña ciudad fortaleza.
Si todavía no te hemos convencido para visitar el Sarre, que sepas que es una de las áreas más cálidas de Alemania y con más horas de sol. De hecho, la localidad de Nennig tenía el récord oficial de calor de Alemania, al alcanzar 40,3º el 8 de agosto de 2003. Aunque lo perdió hace unos años debido al aumento de las temperaturas.
En este post te contamos todo lo que necesitas saber para conocer el estado del Sarre, que, estamos seguros, te va a sorprender.
Índice
Cómo llegar al Sarre
¿Ya te has decidido a descubrir esta región? Perfecto, vamos a contarte cómo llegar.
Si quieres llegar en avión, puedes elegir entre varios aeropuertos.
Así, el más cercano es, obviamente, el aeropuerto de Saarbrücken, que se encuentra a unos 15 km de la capital. Con el autobús R10 puedes llegar a Sarrebruck en unos 25 min, además de a otras ciudades de los alrededores.
Otras opciones son el aeropuerto de Luxemburgo, a unos 100 km de la capital, o el aeropuerto de Frankfurt del Meno, a unos 170 km.
Para encontrar el vuelo que mejor se adapte a tus fechas y presupuesto, te recomendamos usar Skyscanner.
Otra manera de llegar es en tren. Si vienes de otra parte de Alemania, los trenes de la Deutsche Bahn te permitirán llegar a las diferentes localidades de este estado.
Una buena opción para conocer la zona es adquirir el Saarland-ticket, un billete que te permite tomar a lo largo de un día todos los trenes que quieras dentro de este estado y el de Renania-Palatinado. Es válido para un máximo de 5 personas y pueden viajar hasta tres niños de 6 a 15 años de manera gratuita. Además, incluye los medios de transporte S-Bahn, U-Bahn, tranvías y autobuses. El precio dependerá del número de personas. En su página puedes consultar todas las rutas, horarios y precios. De igual manera, está el ticket Rheinland-Pfalz-Ticket + Lux, que incluye Luxemburgo.
Asimismo, existen también tickets especiales que te permiten viajar a las regiones cercanas de Lorena y Alsacia, estos son Saar-Elsass-ticket y Saar-Lor-Lux-ticket, que son válidos para hasta 5 personas. La Saar-Lorraine-Tarif te permite conocer también la región francesa vecina.
Además, desde el 1 de mayo puedes comprar el Deutschland-ticket, que tiene validez mensual y te permite viajar por toda Alemania por sólo 49€ usando todos los transportes públicos locales que necesites.
Con estos precios ya no tienes excusa para conocer este país, que guarda verdaderas maravillas. Si necesitas inspiración, sólo tienes que entrar en nuestra sección sobre Alemania.
Eso sí, te aconsejamos mirar antes de cada viaje la página de la compañía, porque a veces hay tramos en obras que modifican los horarios y rutas.
Por supuesto, puedes llegar también en coche. Si decides llegar usando este medio de transporte, te recomendamos leer antes estos consejos para conducir por Alemania. Y si tienes que alquilar uno, lo mejor es que entres en Rentalcars.
Historia del Sarre
El tamaño del estado no refleja la complejidad de su historia, que no sólo ha formado parte de Alemania, sino también de Francia y ha llegado a ser un estado semiautónomo. Y si no nos crees, sigue leyendo.
Esta tierra ha estado habitada desde el Paleolítico, hará unos 100.000 años. Tras los celtas, llegaron los romanos en el s. I a.C, construyendo numerosas ciudades de pequeño tamaño, villas rurales, santuarios y fuertes militares.
Ya desde la Edad Media, la región del Sarre tuvo un panorama político diverso y complicado. Esta no formaba ninguna entidad territorial, sino que estaba dividida en regiones dirigidas por diferentes gobernantes, siendo los más poderosos los Electores de Tréveris, los duques del Palatinado-Zweibrücken, los Condes de Nassau-Saarbrücken y el rey francés. Y, cómo es fácil de comprender, esta región ha estado siempre influenciada por su posición entre las culturas alemana y francesa.
La región pudo desarrollarse en el s. XVI gracias a un largo periodo de paz. Pero como todo lo bueno tiene un final, a este le sobrevino otro, que duró 100 años y estuvo marcado por continuas y devastadoras guerras.
Comenzó con la Guerra de los Treinta Años, que causó grandes destrozos. Después llegó el rey francés Luis XIV y su agresiva política de expansión. Como resultado, el área de la actual Sarre pasó a formar parte del estado francés. Con la Paz de Rijswijk en 1697, la región volvió a caer en el Sacro Imperio Romano Germánico.
En el siglo XVIII hubo de nuevo un período de paz y el Sarre experimentó un auge económico. Se construyeron castillos e iglesias barrocas, que aún hoy día muestran la riqueza de este periodo y que caracterizan la imagen de ciertas ciudades, como la de la capital.
La Revolución francesa cambió la situación en el Sarre. En 1794, los franceses ocuparon las áreas de la margen izquierda del Rin y las incorporaron en 1801 con el Tratado de Lunéville. Tras la derrota de Napoleón, tuvo lugar, en 1815, el Congreso de Viena, donde se organizó un nuevo orden europeo. Tras este, el Sarre se dividió entre Prusia, Bavaria y Sajonia.
A mediados del s. XIX, el Sarre empezó a consolidarse como una región industrial. Además de las minas de carbón y las siderúrgicas, también jugó un papel importante la ingeniería mecánica, el vidrio y la cerámica.
Tras la derrota de Alemania en la Primera Guerra Mundial y de acuerdo con el Tratado de Versalles, el Sarre se separó del país. Fue entonces, en 1920, cuando nació por primera vez una entidad política que llevaba el nombre de Sarre. La zona estaba bajo el mandato de la Sociedad de Naciones y era administrada por una comisión gubernamental internacional. Durante estos años, el Sarre estuvo bajo la influencia dominante de Francia, lo que trajo tensiones constantes.
Según el Tratado de Versalles, los habitantes del Sarre podrían decidir sobre su futuro en 1935. Estaba claro que la población quería pertenecer a Alemania y su regreso era también defendido por todas las fuerzas políticas. Sin embargo, esto cambió con el ascenso de Hitler al poder. Fue entonces cuando algunos partidos pidieron el status quo, es decir, la retención de la administración del mandato en la región del Sarre hasta que volviera la democracia en Alemania. Pero por otro lado se intensificó también la propaganda por el gobierno nazi para influenciar a la población del Sarre. La votación ocurrió en enero de 1935 y el resultado fue claro: con una participación del 98%, el 90,7% votó por la unificación con Alemania y sólo el 8,7% por el status quo. El régimen nazi, con esta abrumadora victoria, se anotó su primer gran éxito en política exterior.
Durante la II Guerra Mundial, los sistemas industriales y ferroviarios, así como las ciudades del Sarre, fueron repetidamente bombardeados. El ataque más fuerte ocurrió en octubre de 1944 y dejó en ruinas gran parte de la capital. El 21 de marzo de 1945, el Sarre fue ocupado por los estadounidenses, que fueron sustituidos por los franceses en julio de ese mismo año.
A comienzos de 1946, se separó de la zona de ocupación francesa y a finales de 1947, el Sarre se convirtió en un estado semiautónomo con una constitución y ciudadanía propia. ¿Y por qué sólo semiautónomo? Porque no tenía soberanía en política exterior y las decisiones políticas importantes estaban sujetas a la aprobación francesa.
Un dato curioso es que en 1950 el Sarre fue reconocido por el Comité Olímpico Internacional y participó en los Juegos Olímpicos de 1952 en Helsinki con 36 deportistas.
Aunque en un principio esta situación satisfacía a la población, con el tiempo la oposición creció contra la marcada orientación hacia Francia.
Durante mucho tiempo no hubo acuerdo entre la República Federal Alemana y Francia sobre la cuestión del Sarre. Esto dificultó la relación entre ambos países y se interpuso en el camino de la unificación europea. En 1952 se propuso la europeización del Sarre. Y por ello se organizó el Estatuto del Sarre, como parte de los Tratados de París de 1954. En 1955 la población votó para su aprobación, pero el 67,7% de los votos fueron en contra del estatuto. Así, se inició el camino para el regreso del Sarre a Alemania. Y en el Tratado de Luxemburgo, se permitió al Sarre unirse a la República Federal el 1 de enero de 1957.
Qué ver en el Sarre
Esta región tiene muchos lugares interesantes de naturaleza muy variada. Gracias a su pequeño tamaño es fácil llegar de uno a otro. Al final del post incluimos un mapa con los puntos de los que vamos a hablar según su orden de aparición.
Sarrebruck, la ciudad alemana donde puedes disfrutar del “savoir-vivre” francés
La ciudad más importante del Sarre no destaca por su gran número de puntos de interés o por sus edificios emblemáticos, sino por su ambiente.
Sus habitantes disfrutan de la vida y, si hace buen tiempo, verás terrazas llenas de gente bebiendo tranquilamente diferentes aperitivos. Y no te sorprendas cuando no pidan ni cerveza ni vino, sino Cremánt, pues aquí es muy típico acompañar las comidas con vino espumoso.
Además, en esta ciudad hay un gran número de buenos restaurantes, donde puedes probar la gastronomía de la región. No en vano el lema de sus habitantes es «Hauptsach gudd gess», algo así como lo importante es comer bien. La mayoría los encontrarás en la zona del mercado de San Juan, en el centro de la ciudad.
Hay una serie de lugares que no puedes perderte en tu visita a Sarrebruck. Y te decimos desde ya, que el estilo que define a la ciudad es el barroco y Friedrich Joachim Michael Stengel el arquitecto responsable de muchos de sus edificios más representativos.
La ciudad está dividida por el río Sarre. En su margen izquierda se encuentra la parte antigua de Sarrebruck, donde pasearás por calles empedradas con edificios de fachadas blancas, lo que le da un aire diferente al de otras ciudades alemanas.
Aquí están también sus edificios más representativos. La Ludwigskirche, a la cual debes entrar para ver su delicado interior, y el palacio, cuya fachada te sorprenderá, puesto que su parte central es una estructura de acero y vidrio. En su parte trasera se encuentran sus jardines bellamente decorados.
Desde la plaza del palacio tienes buenas vistas al río y a la margen derecha y te darás cuenta de que esta tiene principalmente un carácter moderno. Y es que Sarrebruck sufrió numerosos ataques aéreos durante la II guerra mundial. Como resultado, el centro de la ciudad quedó destruido en un 90%.
En la plaza del palacio está el museo de historia del Sarre, al cual te recomendamos entrar. Aquí, además de aprender sobre la agitada historia de este estado desde mediados del s. XIX a mediados del s. XX, puedes recorrer los restos del antiguo castillo de Sarrebruck, que se encuentran bajo la plaza. También puedes ver lo impresionante que llegó a ser en una maqueta, así como una antigua celda de la Gestapo, que tuvo aquí su sede desde 1935.
Si no te interesa la historia, pero quieres recorrer sus casamatas, hay una opción muy interesante, que es la entrada express, que cuesta 2€ y te permite entrar durante 30 min.
En la margen derecha del Sarre, además de probar algunos de sus restaurantes, puedes recorrer el encantador callejón de las ranas, Froschengasse, visitar la iglesia de San Juan, con su bonito interior, o ver el ayuntamiento.
Fuera del centro hay varios puntos que son interesantes.
Uno es la colegiata de San Arnual, lugar de enterramiento de los condes Nassau-Saarbrücken durante 180 años desde el s. XV. Si merece que te acerques hasta aquí es, precisamente, por sus tumbas.
El otro es el jardín alemán-francés, que está muy cerca de la frontera con Francia y donde puedes relajarte en tu visita a la capital. Se diseñó en 1960 y es un símbolo de la amistad entre Francia y Alemania.
El parque no está lejos del memorial del campo de la Gestapo Neue Bremm, abierto en 1940. Este se utilizó como campo de trabajo para trabajadores forzados, extranjeros y prisioneros de guerra. También se usó como campo de tránsito a los campos de concentración más lejanos. Aquí podrás encontrar numerosos paneles informativos sobre el campo y sus prisioneros.
Si quieres saber más sobre esta ciudad, puedes leer qué ver en Sarrebruck, la capital del Sarre.
Völklingen, la fábrica siderúrgica que recuerda el pasado industrial del Sarre
La ciudad de Völklingen se encuentra a unos 12 km de Sarrebruck.
Aquí se encuentra Völklingen Ironworks, una fábrica siderúrgica del apogeo de la industrialización, que cerró en 1986 y que se ha conservado por completo. Fue declarado patrimonio mundial por la Unesco en 1994.
La visita es muy interesante, además, si te gusta la fotografía, aquí vas a encontrar motivos en cada esquina. Eso sí, vas a necesitar tiempo para recorrer sus diferentes salas. Te recomendamos que reserves unas tres horas para ella. Si la visitas a última hora, ten en cuenta que algunas zonas cierran media hora antes.
En la fábrica hay exposiciones temporales, arte urbano decorando los diferentes rincones de la antigua fábrica y algunas de sus salas interiores muestran audiovisuales que juegan con la luz y sonido. Todo ello hace que la visita sea todavía mejor.
En la página web se ofrecen numerosas visitas con temática diferente. También las hay nocturnas, que te llevan a conocer la fábrica cuando está iluminada. Además aquí encontrarás toda la información sobre precios y horarios.
La fábrica fue fundada en 1873 y más tarde, en 1881, fue comprada por la familia Röchling. En 1882 se inauguró el primer alto horno y en 1890 ya era la mayor fabricante de vigas de hierro del Imperio alemán. Völklingen Ironworks fue un lugar de alta tecnología y tuvo la mayor cantidad de patentes en la industria metalúrgica.
La influencia de los Röchling en Völklingen fue muy grande y determinó tanto la política como la sociedad. Crearon muchas instalaciones sociales, como seguro de salud, pensión e invalidez, cuidado de niños o apoyo financiero para la vivienda. Con Hermann Röchling se ganó una influencia creciente en el aparato de poder industrial, político y militar. Los programas de rearme e infraestructura con vistas a la II Guerra Mundial dieron a Völklingen un nuevo auge. Durante esta, la acería estuvo al servicio de la economía de guerra y Adolf Hitler encomendó a Hermann Röchling tareas de gestión en la organización de la industria metalúrgica. Tras la guerra, el empresario fue sentenciado a 10 años de prisión por crímenes contra la humanidad.
En 1952, gracias a la construcción tras la posguerra, la fundición alcanzó su pico de producción. La crisis mundial del acero a mediados de la década de 1970, también afectó a la fábrica, que cerró sus puertas en 1986. Sin embargo, no se desarmó por su valor histórico y se abrió al público a principios de la década de 1990.
De la visita vas a salir cansado, así que una opción es acercarte a Völklingen a tomar algo. Así puedes comprobar si de verdad se merece el título que ganó en 1993 de ciudad más fea de Alemania.
Si la visitas comprobarás que está muy unida a la fabrica siderúrgica. Así, un lugar que igual llama tu atención es la iglesia evangélica de la Reconciliación, Erlöserkirch, de la primera mitad del s. XX. Lo que la hace diferentes es el fresco que decora su techo. En este se representa el Juicio Final, pero con tintes políticos.
Así, Cristo está en el centro, rodeado por el paisaje industrial de Völklingen, los miembros fallecidos de la familia Röchling y los participantes en la construcción de la iglesia. Un águila se libera de sus cadenas haciendo referencia a la reintegración de la región del Sarre al Reich alemán. Además, la fachada está decorada con cuatro figuras de hierro fundidas en la acería de Völklingen, que representan diferentes alegorías. La de la lealtad siempre ha sido controversial, puesto que es un soldado con una granada en la mano protegiendo a un compañero herido.
Otros edificios de interés son la Iglesia de San Eligio, patrón de los metalúrgicos, y el antiguo ayuntamiento.
Saarlouis, la ciudad fortaleza de Luis XIV
A 25 km de la capital se encuentra la ciudad de Saarlouis, que fue construida a finales del s. XVII por orden del rey francés Luis XIV, para proteger la nueva frontera del país. Creo que ya no es necesario decir el porqué de su nombre.
El encargado del diseño de esta nueva fortaleza no fue otro que el gran ingeniero militar Sébastien Le Prestre de Vauban. Aunque fue demolida a finales del s. XIX, todavía pueden verse restos de ella.
Muy cerca se encuentra el polígono del Sarre, Saarpolygon, una escultura de gran tamaño, de casi 30 m de altura, hecha en acero. Fue inaugurada en 2016 y conmemora la minería del carbón, una industria de gran importancia en el Sarre, que se prolongó durante varios siglos y terminó en 2012.
El polígono está ubicado sobre una colina, que es un vertedero de desechos de esta industria, que se eleva unos 150 metros sobre el valle del Sarre. Debido a su ubicación y a su tamaño lo verás fácilmente desde los alrededores. Pero, según desde que dirección lo mires, adoptará formas diferentes. Además, es un estupendo mirador desde donde alcanzas a ver los países vecinos.
Homburg, la ciudad con las cuevas de arenisca roja hechas por el hombre más grandes de Europa
A unos 30 km de Sarrebruck se encuentra esta ciudad, cuya principal atracción son las cuevas que hay bajo las ruinas de su fortaleza en Schlossberg, la colina del castillo.
Puedes visitar estas cuevas creadas por el hombre y pasear por sus salas de color rojo y amarillo debido a la piedra con la que están moldeadas. Abren de 9:00 a 17:00 en verano y de 10:00 a 16:00 en invierno. En diciembre y enero están cerradas. Puedes llegar hasta ellas paseando por las ruinas de la fortaleza.
Tras la muerte del último conde de Homburg, a mediados del s. XV, la ciudad y su castillo pasaron a los condes de Nassau-Saarbrücken. En 1679, fue conquistada por el rey francés Luis XIV. Su maestro de obras, Vauban, transformó el castillo y la ciudad en una fortaleza moderna. Las fortificaciones fueron destruidas a comienzos del s. XVIII.
Es posible que los primeros pasajes excavados en la colina del castillo en la época medieval fueran para defenderse. Se cree que a mediados del siglo XVII comenzó la extracción de cuarzo. Durante el período francés, las cuevas se ampliaron y se usaron de almacén y en la II Guerra Mundial, sirvieron de refugio a la población.
A unos 6 kilómetros de Homburg se encuentra el museo romano de Schwarzenacker, un lugar arqueológico al aire libre, que recrea edificios del antiguo pueblo galoromano de Schwarzenacaker, destruido por los alamanes en el s. III. Abre de marzo a octubre.
Blieskastel, la ciudad barroca que guarda el menhir más grande de Europa Central
Blieskastel se encuentra a unos 25 km de la capital.
Hay dos aspectos que marcan esta ciudad:
Uno tiene aproximadamente 4000 años de antigüedad y es un menhir. Más específicamente, es el menhir más grande Alemania y de Europa Central y uno de los monumentos más antiguos del país. Se llama Gollenstein y mide 6,5 m.
El menhir permaneció intacto durante miles de años, pero no aguantó la Segunda Guerra Mundial. Temiendo que sirviera como punto de referencia para la artillería francesa, intentaron ocultarlo. Pero en el proceso se dañó y se rompió en varios pedazos. Estos se volvieron a ensamblar a mediados del s. XX con hormigón.
Si te gustan los menhires, en Rentrisch, a menos de 20 km de Blieskastel, hay otro, aunque este “sólo” tiene 5 metros de altura.
El otro es el estilo barroco en el que se construyeron muchos de sus edificios y que hacen que Blieskastel pertenezca a la Ruta del Barroco del Sarre-Palatinado. En el s. XVIII, la ciudad floreció con los condes von der Leyen y se construyeron mansiones y palacetes, que hoy día le dan un aire elegante a la ciudad. Con la Revolución francesa la familia fue expulsada y el palacio de los condes destruido. Hoy día sólo queda la orangerie, restaurada en el s. XX y que se utiliza como lugar de conferencias, exposiciones y conciertos.
El menhir está en las afueras de Blieskastel, a algo como kilómetro y medio del casco antiguo, que es muy pequeño, por lo que sólo debes pasear por él para descubrir sus fuentes, la de Hercules y la de Napoleón, y sus edificios más significativos, el ayuntamiento y los edificios en Schlossberg cerca de la Orangerie.
Además hay una capilla de peregrinación, la de la Santa Cruz, que alberga la imagen milagrosa de Nuestra Señora de las Flechas, una Piedad del siglo XIV en la que están clavadas cinco puntas de flecha medievales.
El meandro del Sarre, el símbolo del estado
El Sarre también tiene puntos de interés para los que les guste la naturaleza. De hecho, uno de los símbolos de este estado es el meandro del Sarre, que se encuentra a 60 km de Sarrebruck.
Para verlo, lo mejor es ir al distrito de Orscholz, en el municipio de Mettlach. Aquí está el mirador rocoso Cloef, desde donde puedes disfrutar de una vista completa del meandro a 180 m sobre el río.
Esta es la manera gratuita para disfrutar de las espectaculares vistas. Sin embargo, desde 2016, puedes verlo desde un poco más alto, desde el mirador del Baumwipfelpfad Saarschleife, que es un camino de madera que va por las copas de los árboles hasta llegar a una torre de observación de 42 m de altura, que se encuentra sobre el mirador. Desde aquí puedes disfrutar de una vista que es algo mejor que desde abajo.
Como una foto vale más que mil palabras, aquí dejamos la vista del meandro desde abajo y desde la torre. Las vistas abarcan las colinas del Parque Natural Saar-Hunsrück y, si tienes suerte y te toca un día despejado, puedes llegar a ver hasta las montañas de los Vosgos.
Pero no sólo merece la pena recorrer el camino de madera por las vistas, sino porque es un paseo muy agradable de unos 800 m y a unos 23 m de altura entre las copas de robles, hayas y abetos de Douglas. Además, está muy bien para hacerlo con niños, puesto que a lo largo del camino hay información sobre la fauna y flora del lugar, expuesta de una manera muy amena.
Toda la información que necesitas, así como horarios y precios puedes encontrarla en su página web.
El espolón rodeado por el Sarre está cubierto por bosques y en lo alto se encuentran las ruinas del castillo de Montclair, del s. XV, que puedes visitar.
Este precioso lugar también puedes descubrirlo en ferry. Estos salen del pueblo de Dreisbach. Además de caminando o en bicicleta, recorriendo los bucles interior y exterior del meandro.
Cerca, a unos 8 km, se encuentra la abadía de San Pedro y María, cuyos orígenes se remontan a finales del s. VII. Desde 1842, alberga la sede del grupo Villeroy Boch, uno de los principales fabricantes del mundo de cerámica. Aquí podrás visitar el museo de cerámica y ver la Torre Vieja, la capilla funeraria del fundador del monasterio, el edificio sagrado más antiguo del Sarre, ya que data de finales del s. X. Nosotros no nos acercamos porque estaba cerrado por restauración. En la página web podrás ver horarios, precios y estado de la visita.
El territorio del Sarre está en su 40% cubierto por bosques. Así que hay muchas opciones para practicar el senderismo. Una ruta muy especial es la del Saar- Hunsrück, que en 27 etapas recorre un camino de 415 km desde Perl, en este estado, hasta Boppard, en Renania Palatinado y a orillas del Rin.
Villa Nennig y Villa Borg, donde te sentirás como un auténtico romano
Si te gusta visitar lugares relacionados con los romanos, tienes que apuntarte estas dos villas. Y es que en esta zona, entre las importantes ciudades de Metz y Treveris, se construyeron numerosas villae rusticae, una mezcla de residencia de campo lujosa y finca agrícola.
Villa Nennig se encuentra a unos 70 kilómetros de Sarrebruck. Aquí puedes ver un magnífico mosaico en un gran estado de conservación, que cubría el suelo de una villa. Este es uno de los ejemplos de arte romano más importantes al norte de los Alpes y uno de los pocos que aún puedes ver en su sitio original. Mide 160 metros cuadrados y está compuesta por más de 3 millones de teselas. El mosaico tenía 8 medallones que representaban escenas típicas de un anfiteatro romano, como las peleas de gladiadores. De estos, 7 se han conservado.
El edificio de la villa data del siglo III d. C y también era grandioso. Sus restos los puedes ver junto al edificio que guarda el mosaico. Además, al final de la ciudad hay un túmulo funerario, Mahlknopf, de 44m de diámetro.
El horario y los precios puedes consultarlos en su página web.
A 9 km de Nennig se encuentra Villa Borg, otra magnífica mansión.
El complejo de Villa Borg es un museo arqueológico al aire libre. Esta villa rústica romana fue excavada en 1987 y lo que la hace especial es que fue reconstruida entre 1994 y 2001 según los hallazgos encontrados. Así, puedes pasear por ella y entrar en sus diferentes salas.
Es una visita muy interesante, donde las habitaciones de la casa están decoradas tal y como se creen estaban en aquellos tiempos, según los restos aquí encontrados y los conocimientos que se tienen. En la cocina puedes ver que ingredientes usaban, en el baño te puedes hacer una idea de cómo olía Julio Cesar, pues se conocen los ingredientes que constituían su perfume. Hay ropa, juegos y mucho más. Todo ello te permite hacerte una idea muy visual de cómo se vivía en aquella época en este tipo de viviendas.
Hay también un restaurante en la taberna romana. Aquí ofrecen platos según recetas de la época y sirven todo en vajilla de barro. Si hace buen tiempo es muy agradable comer en el patio de la villa. Nosotros probamos algunos entrantes y estaba todo muy rico.
También han representado los jardines y talleres de trabajo, donde a veces se organizan actividades para aprender las antiguas técnicas artesanales, como soplado de vidrio, alfarería o herrería.
Además, celebran ferias y espectáculos a lo largo del año, como visitas guiadas, exposiciones especiales, conferencias o los días romanos en agosto, donde se representan luchas de gladiadores.
El horario, los precios y los diferentes eventos los puedes encontrar en su página web.
Schengen, la cuna de la Europa sin fronteras
Aunque Schengen no pertenece al Sarre sino a Luxemburgo, lo hemos añadido por su cercanía, puesto que se encuentra a unos 65 km de Sarrebruck y está muy cerca de las villas romanas.
Estamos seguros de que el nombre de esta localidad te suena familiar. Y es que aquí se organizó el Acuerdo de Schengen el 14 de junio de 1985. Gracias a este, a día de hoy existe la libre circulación de personas y mercancías en 27 países europeos.
¿Y por qué el pueblo de Schengen? Porque forma la frontera entre Francia, Alemania y la Unión Económica del Benelux, que fueron los primeros cinco signatarios del acuerdo.
Aquí se encuentra el museo europeo de Schengen y una serie de esculturas que recuerdan lo que aquí se firmó. En una de ellas están representados, de una manera muy divertida, todos los países que forman parte. Así, hay miniaturas de cada uno de ellos con sus principales características. Puedes pasar un buen rato intentando adivinar que país es cada uno.
Mapa con los lugares que ver en el Sarre
- 1. Sarrebruck
- 2. Völklingen
- 3. Saarlouis
- 4. Homburg
- 5. Blieskastel
- 6. Rentrisch
- 7. Meandro del Sarre
- 8. Villa Nennig
- 9. Villa Borg
- 10. Schengen
Dónde dormir en el Sarre
El Sarre es relativamente pequeño y los puntos de interés que te proponemos están relativamente cerca de Sarrebruck. Por eso, esta es la ciudad que te recomendamos para dormir. Además, tiene mucho ambiente, una buena oferta hotelera y una gran oferta gastronómica.
Nosotros nos quedamos en las afueras, en el Mercure Saarbrücken Süd, que está junto al memorial del campo de la Gestapo, muy cerca de la frontera con Francia. Tenía la ventaja de tener parking incluido y, como íbamos a recorrer los alrededores en coche, de esa manera no teníamos que conducir dentro de la ciudad, que siempre es más tedioso, con semáforos y un tráfico más denso. Sin embargo, no había ambiente y casi no había restaurantes cerca del hotel.
Para buscar el alojamiento que mejor se adapte a tus intereses lo mejor es que entres en Booking. Nosotros solemos también chequear la página de quehoteles, donde puedes encontrar buenas ofertas.
Qué comer en el Sarre
Ya hemos escrito un post hablando sobre la gastronomía alemana, en el que os contamos cuales son los platos típicos del país. Sin embargo, la cocina del Sarre tiene ciertas peculiaridades.
Bebidas
Seguro que sabes, especialmente si te gusta la cerveza, que este es un buen país para probarla. Pero en el Sarre no debes beber sólo esta, sino también vino, pues siendo una de las zonas más cálidas del país, también tiene viñedos. Eso sí, este no se produce en la zona del río Sarre, sino en la zona del Mosela, en la zona fronteriza de Luxemburgo, Francia y Alemania. Fueron los romanos quienes trajeron el vino a la región hace ya muchos años. Uvas típicas que se cultivan en el Sarre son, Auxerrois, Gewürztraminer, Riesling, Elbling, Rivaner (Müller-Thurgau) o Blue Pinot Noir.
Por supuesto, allá donde fueres haz lo que vieres, y aquí beben Crémant, vino espumoso.
Y el Viez, una bebida hecha a base de manzana. Su nombre viene de los romanos, que la llamaban vice vinum, sustituto del vino. Tiene mucha fama en la zona e incluso su propia fiesta, el Merziger Viezfest el primer fin de semana de octubre. También hay una ruta, la Viezstrasse, que va de Trier a Wallerfang, atravesando el Sarre. Además la usan como ingrediente en algunos platos. A nosotros la verdad es que no nos gustó, puesto que nos recordaba a la sidra, pero tras haber estado mucho tiempo embotellada.
Comida
Antes de contaros qué platos debéis pedir para conocer la cocina local, que sepáis que son bastante pesados, que los ingredientes que usan son sencillos y baratos y que sin patata estarían perdidos. Y una vez dicho esto, al lio.
Dibbelabbes, una especie de pastel hecho con patata cruda rallada, que se acompaña con compota de manzana.
Gefillde, albóndigas de patata que están rellenas de de hígado, morcilla o carne picada. Se acompañan con una salsa de crema de tocino o chucrut. Un plato parecido es el Hoorische, que también son bolas de patatas pero sin rellenar.
Geheirade, casado, un plato hecho con albóndigas de harina, mehlknepp, y patatas cocidas, que se «casan» en una salsa de crema de tocino. Va muy bien con saibling frito, un tipo de trucha.
Lyoner, supongo que ya te estarías preguntando cuando aparecían las salchichas. Pues bien, la del Sarre es la Lyoner, que también se usa de ingrediente para otros platos. Otra salchicha que también verás por la zona es la Merguez, muy sabrosa. Esta viene del norte de África, haciéndose popular también en Francia y en esta región. También les gusta la morcilla, a la que llaman Buddeng.
A los alemanes les encanta la barbacoa. Raro es el balcón alemán que no tiene una. Si ves alguno sin ella, es muy probable que el que viva dentro sea extranjero. También les encanta reunirse con amigos en los parques y hacer una. En las tiendas venden pequeñas barbacoas ya preparadas con su carbón para usar y tirar. Vamos, que cuando hace bueno, las ciudades y los pueblos huelen a barbacoa. Bueno, pues en el Sarre no iban a ser menos, pero aquí tienen una característica propia: preparan la carne en un schwenker, en una bandeja que cuelga de la barbacoa y balancea sobre las brasas. Aquí hay un dicho que dice «Gott lenkt, der Mensch denkt, der Saarländer schwenkt», Dios gobierna, el hombre piensa, el del Sarre gira.
Otro ingrediente típico del Sarre, no tan pesado como los anteriores, es el diente de león.
Esperamos que te haya parecido un estado interesante y te aventures a conocerlo.
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Como siempre que os leo sobre un sitio en el que ya he estado, me doy cuenta de que me dejé prácticamente todo sin visitar😅. Y que de lo que visité no me acuerdo muy bien 😅😅. Por ejemplo, no recuerdo el interior de la Ludwigskirche de Saarbrücken. ¿Entré o no entré? 🤔😅
También me encantaría dar ese paseo sobre los árboles, o ver ese mosaico romano y visitar ese museo arqueológico😍.
Qué interesante ese museo sobre la historia del Sarre! (que tampoco visitamos 🙈🙈)
Una entrada completísima 🤗.
Es que me tienes que contratar como guía 🙂