Irlanda: lo mejor de Connemara y Cong

En este día descubrimos la zona de Connemara, descrita por Oscar Wilde como belleza salvaje; visitamos uno de los lugares más románticos de Irlanda; descubrimos una casita de pesca dentro de las ruinas de una abadía y cenamos en un pueblo donde se rodó una película ganadora de un Oscar ¿Nos acompañas?

Collage de 8 fotos sobre que ver en Connemara

Viernes, 8-Oct-2021

Este séptimo día de ruta por Irlanda, el último con mal tiempo, lo dedicamos a descubrir la región de Connemara, que está en la costa oeste del país, en el condado de Galway y es una región de habla mayoritariamente gaélica. 

El área es mayoritariamente rural y la ciudad principal es Clifden. 

De aquí proviene la famosa raza de Ponny de Connemara y en Clifden se extrae el mármol verde de Connemara, de gran valor al ser limitado su suministro.

En esta zona hay bastantes montañas, destacando los Twelve Bens, penínsulas, islas, pequeños lagos y pueblos con mucho encanto. Además, el Parque Nacional de Connemara se encuentra en el noroeste de la región. 

Nuestra ruta por Connemara nos dejó una sensación diferente a la de los días anteriores. Igual fue por la llovizna constante que nos acompañó todo el día y por la luz grisácea que teñía los paisajes, o por el hecho de no cruzarnos con prácticamente nadie en todo el camino. O, simplemente, fue por el paisaje, donde dominaban los colores marrones, los lagos con sus pequeñas islas en medio y las colinas que sólo podíamos entrever entre la bruma. 

Sea como fuere, nos pareció el lugar perfecto para oír las múltiples leyendas sobre este país, así como para encontrar a los escurridizos Leprechauns. 

Por otro lado, creemos que las fotos que sacamos no reflejan para nada la belleza de este lugar. Y es que no pudimos parar en muchas partes del camino y el tiempo tampoco era el adecuado. 

Así que muchas de las imágenes de ese día están guardadas en nuestra memoria, como los lagos con islas boscosas, las barcas abandonadas en la orilla o las cascadas que bajaban por las montañas. 

Si quieres descubrir Connemara, pero no tienes coche, puedes reservar un tour organizado como estos:

Desde Galway: excursión a Connemara

Excursión a Connemara desde Dublín.

Comencemos ya con nuestra ruta por la costa de Connemara, que tuvo que verse modificada por una carretera cerrada por inundaciones. 

Qué ver en Connemara

Mapa con los lugares de interés que ver en Connemara

Na Forbacha

Nuestra primera parada fue poco antes de llegar al pueblo de An Spideal, en un mirador pegado a una pequeña playa, Na Forbacha, donde se indicaba que Connemara era el área de mayor porcentaje de habla gaélica del país y donde se cuidan las tradiciones. 

Además, había un mapa donde se indicaban 3 rutas diferentes por la región: la de la costa (azul), la de los lagos (amarilla) y la de montaña (verde).

An Spideal

Enseguida llegamos a An spideal, un pueblo donde lo que más nos gustó fue su puerto. 

Y enseguida, por un camino que no dejó de sorprendernos, llegamos a uno de los pueblos que más nos gustó de la zona, Roundstone.

Por el camino pasamos frente al Gigante de Connemara, donde hay un parking con vistas a un lago. Queríamos haber parado, pero se nos pasó, pues lo habíamos eliminado de la ruta pensando que no nos pillaba de paso. 

Preparando el viaje, habíamos leído sobre esta escultura colocada ahí sin razón aparente alguna, tal y como dice su placa. Ahora, existe una leyenda que dice que el que toque la mano del gigante recibirá la sabiduría de su tribu. La escultura pertenece a la tienda de artesanía que está enfrente. 

Sin embargo, aparte del gigante, las vistas que desde ahí se veían eran bonitas.

Roundstone

Roundstone es un pueblo pequeño y muy colorido, y merece la pena dar un paseo por él, especialmente por su puerto. 

Paseando por él, vimos algún restaurante con muy buena pinta para probar el pescado de la zona, pero era todavía muy pronto para comer. 

En este pueblo pesquero estuvimos más rato del que habíamos pensado. Primero, porque encontramos unos columpios y segundo, porque tuvimos que guarecernos de un chaparrón. 

De todas formas, mientras esperábamos a que parara de llover, pudimos disfrutar de las vistas del puerto y de los barcos allí amarrados.

Cerca de Roundstone hay un par de playas, Gurteen Beach y Dog´s Bay, que parecen perfectas para darse un baño. Además, fueron elegidas por la revista Lonely Planet como las mejores playas de Irlanda en el año 2021. 

Asimismo, justo enfrente del pueblo, se encuentra la isla de Inishnee, a la que puedes llegar a través de un puente que la conecta al continente.

Ballyconnelly

Y disfrutando del camino de la costa, atravesamos Ballyconnelly y sus bonitas playas, entre ellas la de coral, que está situada en Mannin Bay Blueway y su arena está formada por algas calcificadas rojas, llamadas algas coralinas. 

Si pasas más tiempo por la zona, esta es perfecta para practicar deportes acuáticos. 

Por ejemplo, puedes hacer un curso para iniciarse en el surfpracticar Paddle surf o hacer un tour en kayak.

Cerca de Ballyconnelly, el 17 de octubre de 1907, se enviaron los primeros mensajes inalámbricos comerciales desde la estación Marconi en Derrygimlag, que cerró en 1925. 

Nosotros decidimos no desviarnos y seguimos conduciendo a lo largo de la costa. Por el camino hicimos pocas paradas, el día estaba desapacible y preferimos observar el paisaje desde el coche. 

Clifden y la carretera al cielo, Sky Road

Llegamos a Clifden, la ciudad más grande de la región donde había mucho ambiente y vimos muchas tiendas y restaurantes. 

Después de la tranquilidad que habíamos experimentado durante la mañana, Clifden nos pareció una ciudad muy bulliciosa. Además, pensamos que es un buen sitio para pasar la noche mientras descubres esta región.

Aquí comienza el Sky Road, una ruta circular de 16 km que pertenece al Wild Atlantic Way y cuyo nombre hace que te den ganas recorrerla.

El paisaje que se ve desde ella confirma que es una buena elección. Por desgracia, nosotros sólo pudimos disfrutar parcialmente de él, pues el día estaba muy nublado y sólo lo vislumbrábamos cuando aparecía algún claro en el cielo. 

Enseguida encontramos las señales que dirigían hacia el Sky road. Mientras subíamos, íbamos dejando a nuestras espaldas la imagen de Clifden con las twelve bens al fondo, que, como ves en nuestra foto, no se ven.

Esta cadena montañosa consta de 22 picos de más de 100 m, siendo el más alto el Benbaun con 729 m. La ruta a pie Glencoaghan Horseshoe, de 16 km, es considerada uno de los mejores paseos de Irlanda y pasa por 6 de estas montañas.

La carretera era estrecha, pero nosotros ya nos habíamos acostumbrado.

La Sky Road tiene dos caminos, el Inferior, que va pegado al mar, y el Superior. 

Al llegar a las puertas del castillo de Clifden, que dan a las ruinas de una mansión del s. XIX, tuvimos que decidir cuál elegir. 

El día no era el mejor y había bruma, pero no tanta como para disuadirnos de tomar el camino Superior y disfrutar de las maravillosas vistas que, según habíamos leído, se obtenían desde el punto más alto. 

Así que, ilusos de nosotros, tomamos las señales del camino Superior. Mientras subíamos, pudimos disfrutar parcialmente del paisaje, pero al llegar al mirador, la visibilidad era cercana a nula. 

Decidimos comer allí para dejar pasar algo de tiempo y ver si despejaba. De vez en cuando, aparecían claros que nos permitían vislumbrar las vistas, pero, al no mejorar, decidimos darnos la vuelta y hacer el camino Inferior, que te lleva pegado al mar por paisajes que son también de gran belleza. 

Los pocos miradores que vimos a lo largo de la carretera eran estrechos y, además, no paraba de caer una fina lluvia, por lo que estar afuera no era muy agradable y la luz no era la mejor para hacer fotografías. 

Así que optamos por disfrutar del camino sin parar e ir grabando las imágenes en nuestras retinas. 

A pesar de no haber disfrutado al completo del paisaje del camino Superior, lo poco que pudimos ver nos hace decantarnos por este camino.

Parque Nacional de Connemara

De aquí nos dirigimos al Parque Nacional de Connemara. 

Nuestra idea inicial era hacer una de las rutas que, saliendo del centro de visitantes, llegan a Diamond Hill, una colina de unos 450 m de altura con unas vistas increíbles hacia la costa de Connemara, sus islas y sus montañas. Y, por el camino, intentar ver al famoso pony de Connemara pastando por la zona. 

Sin embargo, ya nos imaginábamos que no iba a ser posible. No paraba de llover y las vistas no iban a merecer la pena.

Hay 4 rutas que salen del centro de visitantes: una ruta muy corta de 0,5 km por el bosque de Ellis y tres rutas de diferente longitud en dirección a la cima del Diamond Hill, de 1,5, 3 y 3,7 km respectivamente. Hemos leído que no hace falta llegar hasta la cima para poder disfrutar de buenas vistas. 

Puedes encontrar más información sobre el parque y las distintas rutas en su página web

Además, en esta excursión a Connemara desde Galway, se da la posibilidad de recorrer alguno de estos caminos. También puedes reservar un trekking por el parque Nacional de Connemara.

Al final, con mucha pena, decidimos cambiar nuestros planes en el parking del centro de visitantes y dirigirnos a la romántica Abadia de Kylemore. 

Sin embargo, al intentar llegar, nos encontramos con que el camino estaba cortado debido a una carretera inundada. Por ello, tuvimos que tomar un desvío pasando por el Connemara loop

Por el camino, pudimos entrever colinas al fondo, muy poco a poco, la niebla iba levantando. 

Esta zona de Connemara nos gustó especialmente. Paramos en un sitio muy bonito, cerca de Creggans, donde había un pequeño puente de piedra y el agua corría con fuerza hacia el océano. 

Continuamos el camino con vistas al océano y a las múltiples islas de Connemara y llegamos a los lagos Muck y Fee. 

La estrecha carretera corría a lo largo de la orilla de los lagos, que estaban rodeados por montañas surcadas de pequeña cascadas. Nuestros únicos acompañantes eran las ovejas que pastaban tranquilamente a un lado del camino. 

Abadía de Kylemore

Y de repente, apareció la abadía de Kylemore envuelta en una fina niebla.

Esta se fundó en 1920, en los terrenos del castillo de Kylemore, por monjas benedictinas que huyeron de Ypres, Bélgica, en la I Guerra Mundial. Aquí abrieron un internado y una escuela para niñas.

Por su parte, el castillo de Kylemore se había construido en el s. XIX por orden de Mitchell Henry, un médico inglés adinerado, que se lo regalo a su esposa, la cual falleció poco después de que este se terminara. 

Su localización nos enamoró, a orillas del lago Pollacappul y a los pies de la montaña Druchruach. Por cierto, el nombre del lago viene de una leyenda, que cuenta que cada siete años un caballo blanco emerge de sus aguas. 

Nos acercamos hasta el parking oficial para poder ver el edificio más de cerca. Las vistas no nos decepcionaron, el edificio a orillas del lago era, simplemente, hermoso.

Si la visitas, verás la abadía, el mausoleo familiar, una iglesia neogótica y los jardines amurallados victorianos, que fueron construidos al mismo tiempo que el castillo. 

Nosotros, al no tener tiempo suficiente para disfrutar de la visita, no entramos. Además, tampoco nos apetecía pasear por los jardines con el tiempo que estaba haciendo. 

Puedes encontrar la información actualizada sobre esta visita en la página web de la abadía de Kylemore.

También puedes descubrir este lugar uniéndote a esta excursión a Connemara, que incluye la entrada a la abadía Kylemore.

Fiordo de Killary

A la vuelta queríamos pasar por el lago Inagh, que está a unos 10 km de la abadía, pero la carreta estaba cerrada y pusimos rumbo al fiordo de Killary, que tiene 16 km de longitud y alcanza los 42 m de profundidad. 

Existen compañías que ofrecen recorrerlo en barco, por ejemplo, este paseo en barco por el fiordo. 

Nosotros hicimos un par de paradas, pero principalmente disfrutamos de las vistas del fiordo desde el coche. La visibilidad era mejor que a la mañana y eso nos animó bastante.

Si el tiempo acompaña, una buena actividad en esta zona es hacer un tour en kayak por el fiordo.

Cascadas de Aasleagh

Y llegamos a las cascadas de Aasleagh, que están justo antes de que el río Erriff desemboque en el puerto de Killary. 

Estas son de poca altura, unos 3,5 m, y se pueden ver directamente desde el parking. Sin embargo, lo mejor es hacer el pequeño camino que te acerca más a ellas. 

Como el día no estaba para paseos y queríamos llegar lo antes posible a nuestro último destino, nos conformamos con la visión desde el aparcamiento.

Así, nuestra última parada era Cong y su abadía, que se encuentra en la frontera entre los condados de Galway y Mayo.

Sin embargo, antes nos despedimos de Connemara en An Charraig Thoir, un mirador con vistas al lago Corrib, que es el más grande de la República de Irlanda y el segundo del país, que, según dicen, tiene una isla para cada día del año

Qué ver en Cong

El camino hasta Cong nos pareció muy bonito, con las vistas del lago Corrib a nuestra derecha. 

Al llegar, aparcamos enseguida en la calle principal y nos fuimos a descubrir la pequeña ciudad. 

Lo primero que nos llamó la atención fue una escultura de John Ford con Maureen O´Hara en brazos, justo enfrente de las ruinas de la Abadía. 

Y es que aquí se rodó la laureada película del Hombre tranquilo, The quiet man. Si eres fan de esta película, puedes visitar un museo sobre ella.

Sin embargo, lo que destaca en esta ciudad son las ruinas de una abadía del s. XII también conocida como la abadía Real de Cong.

A principios del s. VII, se cree que San Feichin construyó aquí una iglesia. Tras sufrir un incendio, Turlough Mor O’Connor, el Gran Rey de Irlanda, refundó la abadía a principios del s. XII para la orden Agustina. A finales del s. XII, el último Gran Rey de Irlanda, Rory O’Connor, pasó aquí sus últimos años de vida, aunque sus restos fueron trasladados más tarde a Clonmacnoise. 

Tras varias reconstrucciones, la abadía fue suprimida durante el reinado de Enrique VIII de Inglaterra en el s. XVI y, con el tiempo, cayó en ruinas. En el s. XIX, un miembro de la familia Guinness comenzó su restauración. Las ruinas que ves hoy día, datan principalmente del s. XIII. 

Entramos en la abadía, cuya visita es gratuita, y recorrimos sus restos fijándonos en todos sus detalles. El claustro, donde antiguamente pasearían y rezarían los monjes, nos llamó particularmente la atención. 

Sin embargo, fueron sus alrededores los que nos convencieron de que este desvío había sido un acierto. 

Y es que muy cerca de las ruinas se encuentra el bosque donde los monjes iban a pescar. Y en un lugar totalmente idílico están las ruinas de la casita de pesca de los monjes, que fue construida en el s. XV o XVI en una pequeña isla en el rio Cong. 

Esta se encuentra en una plataforma de piedra sobre un pequeño arco que permite el paso del agua por debajo de la casa. Una trampilla en el suelo pudo ser usada para colocar allí una red. Según se cuenta, la casita de pesca estaba conectada a una campana en la cocina de la abadía. Así, el cocinero sabía cuando había pescado fresco.

Además, en los alrededores, hay posibilidades para hacer rutas, pero cuando llegamos nosotros era ya tarde para comenzar una.

Puedes visitar esta localidad en este tour de un día desde Galway de Connemara y Cong.

Volvimos al centro de Cong a darnos un pequeño homenaje en el restaurante Pat Gohans Gastro Bar– The quiet man bar, donde hay varios recuerdos de la película, pues el edificio formó parte del rodaje. 

El bar estaba lleno, lo que contrastaba con la soledad que reinaba en las calles, y, aunque no teníamos reserva, nos consiguieron acomodar en una pequeña mesa. 

La comida estuvo muy buena. Probamos las ostras de Galway, además de un chowder y unas alitas de pato que estaban realmente sabrosas. Nos tomamos dos cervezas, una de ellas la típica Galway Hooker, cuyo nombre hace referencia a un barco típico de la zona, y nos salió todo por 47 €. Quedamos muy conformes. 

Ashford Castle

Y muy contentos tras la cena, volvimos a Galway. 

Por el camino, paramos frente a la puerta de entrada al Ashford castle, el antiguo hogar de la familia Guinnes cuya historia se remonta al s. XIII. 

A día de hoy, es un hotel de 5 estrellas y solo con ver la puerta pudimos hacernos una idea de la grandiosidad del interior.

Si pasas más tiempo en Cong, cerca de este hotel, en una zona boscosa y escondida entre los árboles, se encuentra la torre Guinnes o Torre de Leonard, de unos 20 m de altura, que fue construida por un miembro de la familia Guinnes en 1864.

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